sábado, noviembre 23, 2019

NUNCA PIERDAS LA ESPERANZA


CRISTO frente a los desafíos que enfrentamos.
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Bendiciones,
Enio
Meditación Diaria
NUNCA PIERDAS LA ESPERANZA
Nuestro Pan Diario
**Leer Lucas 8:40-48

LUCAS 8:48Hija, tu fe te ha sanado —le dijo Jesús—.
Vete en paz.
Cuando a mi amiga le diagnosticaron cáncer, el médico le aconsejó que pusiera sus asuntos en orden. Me llamó llorando, preocupada por su esposo y sus hijos pequeños. Compartí su urgente pedido de oración con nuestros amigos en común.
Luego nos alegramos cuando un segundo médico la alentó a no perder la esperanza y le aseguró que su equipo haría todo lo posible para ayudarla. Aunque tuvo días más difíciles que otros, se centró en DIOS en vez de en las pocas probabilidades de mejorarse. Nunca se rindió.
Su fe perseverante me recuerda a la desesperada mujer en Lucas 8. Cansada, después de doce años de sufrimiento constante, decepciones y aislamiento, se acercó a JESÚS por detrás y sin perder la esperanza… creyendo que JESÚS podía hacer lo que otros no podían; sin importar cuán imposible pareciera su situación, tocó el borde de su manto. Luego de su acto de fe, se sanó inmediatamente (vv. 43-44).
Tal vez experimentemos dolores aparentemente interminables, situaciones desesperanzadoras, esperas insoportables; momentos cuando todo parece en contra.
Quizá no nos sanemos como esperamos, aunque sigamos confiando en CRISTO. Sea como sea, el SEÑOR nos invita a no perder la esperanza, a creer que ÉL puede obrar, que es confiable y que está siempre cerca.Xochitl Dixon
OREMOS: SEÑOR, TÚ puedes hacer lo que otros no pueden. Mi esperanza está en TÍ. En el amor de JESUCRISTO, amén.
**Leer Lucas 8:40-48 (NVI)
40 Cuando Jesús regresó, la multitud se alegró de verlo, pues todos estaban esperándolo. 41 En esto llegó un hombre llamado Jairo, que era un jefe de la sinagoga. Arrojándose a los pies de Jesús, le suplicaba que fuera a su casa, 42 porque su única hija, de unos doce años, se estaba muriendo.
Jesús se puso en camino y las multitudes lo apretujaban. 43 Había entre la gente una mujer que hacía doce años que padecía de hemorragias, sin que nadie pudiera sanarla. 44 Ella se le acercó por detrás y le tocó el borde del manto, y al instante cesó su hemorragia.
45 —¿Quién me ha tocado? —preguntó Jesús.
Como todos negaban haberlo tocado, Pedro le dijo: —Maestro, son multitudes las que te aprietan y te oprimen.
46 —No, alguien me ha tocado —replicó Jesús—; yo sé que de mí ha salido poder.
47 La mujer, al ver que no podía pasar inadvertida, se acercó temblando y se arrojó a sus pies. En presencia de toda la gente, contó por qué lo había tocado y cómo había sido sanada al instante.
48 —Hija, tu fe te ha sanado —le dijo Jesús—. Vete en paz.
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