lunes, marzo 26, 2018

LA PRÁCTICA DEL DOMINIO PROPIO


¿Qué nos impide lograr el dominio propio?
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Bendiciones,
Enio
Meditación Diaria
LA PRÁCTICA DEL DOMINIO PROPIO
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**Leer 2Pedro1:1-11
2 PEDRO 1:5-7: “Y por esto deben esforzarse en añadir a su fe la buena conducta; a la buena conducta, el entendimiento;
al entendimiento, el dominio propio; al dominio propio, la paciencia;
a la paciencia, la devoción; a la devoción, el afecto fraternal; y
al afecto fraternal, el amor.”
  Cuando era niño, mi madre me compró una caja de cerezas cubiertas de chocolate, porque sabía que me encantaban. La primera sabía tan bien que pronto quise otra. Seguí comiéndolas hasta que me sentí enfermo. No había nada malo en los chocolates; el problema fue mi falta de dominio propio.
Pedro menciona al dominio propio como una de las virtudes que debemos añadir con diligencia a nuestra vida, es decir, practicar ciertas actitudes, y decirle no a otras. Cada situación que nos tiente a salirnos de los límites establecidos por Dios es una oportunidad para poner en práctica el dominio propio.
Lo que es pecado está prohibido, por supuesto, pero hay cosas buenas que también necesitan dominio propio. Por ejemplo, la comida es buena y necesaria para la vida, pero comer en exceso conduce a todo tipo de problemas. Otros aspectos que requieren disciplina son el uso del dinero, del tiempo, de las palabras y del enojo.
Lo que nos impide lograrlo es la poca importancia que le damos. Si no vemos el valor de controlar nuestras palabras, diremos cualquier cosa que queramos. Lo mismo vale para una dieta. Es difícil mantenerla si nuestro deseo de comer es mayor que nuestro deseo de perder peso. Dominio propio significa que haremos lo correcto, nos guste o no.
Si entendemos que Dios nos ha dado todas las cosas que necesitamos para la vida y la piedad, mediante el conocimiento de ÉL: Dios, por su poder, nos ha concedido todo lo que necesitamos para la vida y la devoción, al hacernos conocer a aquel que nos llamó por su propia grandeza y sus obras maravillosas.” (2 Pedro 1:3), reconoceremos que el dominio propio está dentro de nuestras posibilidades. A fin de cuentas, este es producido por el Espíritu Santo:  En cambio, lo que el Espíritu produce es amor, alegría, paz, paciencia, amabilidad, bondad, fidelidad, humildad y dominio propio. Contra tales cosas no hay ley.” (Gálatas 5:22-23). Por tanto, debemos confiar en Su poder y practicar el dominio propio siempre que nos veamos tentados.
OREMOS: Padre Celestial ayúdame a cambiar mis actitudes y tener dominio propio sobre éllos. Te lo pido en el nombre de Cristo, amén.
**Leer 2Pedro1:1-11 (DDH)
Simón Pedro, siervo y apóstol de Jesucristo, saluda a los que han llegado a tener una fe tan preciosa como la nuestra, porque nuestro Dios y Salvador Jesucristo es justo. Reciban abundancia de gracia y de paz mediante el conocimiento que tienen de Dios y de Jesús, nuestro Señor.

EL LLAMAMIENTO DE DIOS Y SUS EXIGENCIAS

Dios, por su poder, nos ha concedido todo lo que necesitamos para la vida y la devoción, al hacernos conocer a aquel que nos llamó por su propia grandeza y sus obras maravillosas. Por medio de estas cosas nos ha dado sus promesas, que son muy grandes y de mucho valor, para que por ellas lleguen ustedes a tener parte en la naturaleza de Dios y escapen de la corrupción que los malos deseos han traído al mundo. Y por esto deben esforzarse en añadir a su fe la buena conducta; a la buena conducta, el entendimiento; al entendimiento, el dominio propio; al dominio propio, la paciencia; a la paciencia, la devoción; a la devoción, el afecto fraternal; y al afecto fraternal, el amor.
Si ustedes poseen estas cosas y las desarrollan, ni su vida será inútil ni habrán conocido en vano a nuestro Señor Jesucristo. Pero el que no las posee es como un ciego o corto de vista; ha olvidado que fue limpiado de sus pecados pasados. Por eso, hermanos, ya que Dios los ha llamado y escogido, procuren que esto arraigue en ustedes, pues haciéndolo así nunca caerán. De ese modo se les abrirán de par en par las puertas del reino eterno de nuestro Señor y Salvador Jesucristo.
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