Jesús nos toma como somos y nos convierte en lo que
deberíamos ser.
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meditación.
Bendiciones,
Enio
Meditación Diaria
REVELADO PARA
SER SANADO
Nuestro Pan Diario
**Leer Salmo 25:1-11
SALMO 25:4 “Muéstrame, oh Señor,
tus caminos;
enséñame
tus sendas.”
Cuando era
chico, observaba a mi padre arar campos que nunca habían sido cultivados. En la
primera pasada, aparecían piedras grandes, que él acarreaba. Este proceso
seguía una y otra vez para romper bien el terreno. En cada ocasión, aparecían
piedras más pequeñas, que él arrojaba a un costado. Se requerían muchas pasadas
para preparar bien el campo.
El crecimiento
en la gracia puede ser un proceso similar. Al principio, cuando creemos en Cristo,
pueden aparecer algunos pecados «grandes». Luego, con los años, cuando la
Palabra de DIOS penetra y llega a nuestro ser más profundo, el Espíritu Santo
saca a la superficie otros pecados. Cosas que antes considerábamos «pecaditos»
—ofensas pequeñas y aparentemente insignificantes— prueban ser actitudes y
acciones feas y destructivas: orgullo, autoconmiseración, quejas, mezquindad,
prejuicio, rencor, autoindulgencia.
DIOS revela
cada pecado para poder desecharlo y sanarnos. Aunque duele, es bueno para el
alma, porque ÉL «enseñará a los pecadores el camino.
Encaminará a los humildes por el juicio, y enseñará a los mansos su carrera» (Salmo
25:8-9). Entonces, podremos orar como David: «Por amor
de tu nombre, oh Señor, perdonarás también mi pecado, que es grande» (v.
11).
Jesús nos toma
como somos y
nos convierte
en lo que deberíamos ser.
OREMOS:
SEÑOR, gracias por haberme perdonado tanto.
En Tu
Santo Nombre, amén.
**Leer Salmo 25:1-11 (RV95)
A ti, Jehová, levantaré mi
alma. DIOS mío, en ti confío; no sea yo avergonzado. ¡No se alegren de mí mis
enemigos! Ciertamente, no será confundido ninguno de cuantos esperan en ti;
serán avergonzados los que se rebelan sin causa.
Muéstrame, Jehová, tus
caminos; enséñame tus sendas. Encamíname en tu verdad y enséñame, porque tú
eres el DIOS de mi salvación; en ti he esperado todo el día.
Acuérdate, Jehová, de tus
piedades y de tus misericordias, que son perpetuas. De los pecados de mi
juventud y de mis rebeliones no te acuerdes. Conforme a tu misericordia
acuérdate, Jehová, de mí, por tu bondad.
Bueno y recto es Jehová; por
tanto, él enseñará a los pecadores el camino. Encaminará a los humildes en la
justicia y enseñará a los mansos su carrera. Todas las sendas de Jehová son
misericordia y verdad para los que guardan su pacto y sus testimonios.
Por amor de tu nombre,
Jehová, perdonarás también mi pecado, que es grande.
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