Los
propósitos divinos le imparten valor a mi vida.
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Bendiciones,
Enio
Meditación
Diaria
Martes 29 Mayo de 1957
El
Aposento Alto
MARCOS 9:50 “… Tened sal en vosotros mismos, y vivid en paz
los unos con los otros.”
Antaño en la Palestina se empleaba la sal para
condimentar el alimento, para preservarlo y también se acostumbraba mezclarla con el aceite de las lámparas para
que la llama fuese blanquecina. En la actualidad, los usos de la sal se han
multiplicado, y su papel aunque no de primera categoría, sigue siendo de
importancia.
En la vida, podemos sentirnos humildes como la sal;
llegaremos a creer que para poco servirnos, y sin embargo, para algo hemos sido
colocados en el mundo. No ocuparemos el centro del escenario; pero el papel que
desempeñemos es vital para el drama de la vida.
El valor intrínseco de la vida nace de la finalidad
que DIOS le ha otorgado. Cuando se toma ésto en consideración, la existencia
adquiere seriedad y en el nombre del SEÑOR se asumen responsabilidades. A tal
conclusión nos conduce la fe cristiana.
Somos la sal de la tierra. Cuando disfrutamos de
comunión con CRISTO, participamos en la universalidad de Su amor, y, aunque
humildes, se nos invita a desempeñar una labor de trascendencia. El hombre
hecho a la semejanza de DIOS adquiere importancia insigne.
OREMOS: Padre amado, concédeme la sabiduría de acatar el plan
que Tú hayas forjado para mi vida, y permíteme reconocer a cada momento que Tú estás pendiente de mi actuación. Hazme sumiso a Tu voluntad y siempre listo a
escuchar Tu voz. En el nombre del Maestro. Amén.
Sr.
Santiago E. Wards (Tennessee, EE.UU.)
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