DIOS
escucha cuando confieso mis dudas y me da la fuerza para seguir adelante.
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esta meditación.
Bendiciones,
Enio
Meditación
Diaria
CRECER Y DUDAR
El Aposento Alto
**Leer Marcos
29:14-20 8 (RVC)
MARCOS 29:24 “Al instante, el padre del muchacho
exclamó:
¡Creo!
¡Ayúdame en mi incredulidad!”
Mi hija ha estado enferma desde más de dos años.
Hemos visitado a varios médicos y especialistas, pero recibimos pocas
respuestas. Cada vez nos han dicho que no pueden ayudarla. Esta situación me
ayuda a ponerme en el lugar del padre en el relato de Marcos 9**. Sintiéndose agotado y sin esperanza cree, pero
sigue cuestionando si la sanidad será posible. Yo creo en los milagros, pero
cuando la desilusión y el desaliento comienzan a abrumarme, crecen las dudas y
me pregunto si algún cambio será posible.
¿Cómo es posible creer y dudar al mismo tiempo?
Cuando luchamos con una enfermedad crónica o angustias o crisis familiares, sólo
podemos ver dónde estamos inmersos en ese momento. Algunos días es difícil
seguir creyendo que las cosas van a cambiar, pero como el padre en la lectura
señalada para hoy, podemos confesar nuestras dudas y pedirle al SEÑOR que nos
ayude en la incredulidad. Ésto nos da la fortaleza para seguir adelante y nos
recuerda que con DIOS todo es posible — aún la sanidad y el alivio del dolor
tras años de enfermedad.
ORemos: DIOS de Fortaleza, gracias por permitirnos confesar
nuestras dudas e incredulidad. Ayúdanos en nuestra incredulidad.
Oramos en el nombre de Jesús. Amén.
Sra, Laura
Rath (Iowa, EE.UU.)
**Leer Marcos 29:14-29 (RVC)
JESÚS
Y EL JOVEN ENDEMONIADO
Cuando
llegaron a donde estaban los otros discípulos, los encontraron rodeados de una
gran multitud. Algunos escribas discutían con ellos. En cuanto la gente vio a
Jesús, se quedó asombrada y corrió a saludarlo. Jesús les preguntó: «¿Qué es lo
que discuten con ellos?» De entre la multitud, uno le respondió: «Maestro, te
he traído a mi hijo. Tiene un espíritu que lo ha dejado mudo. Cada vez que se
posesiona de él, lo sacude; entonces mi hijo echa espuma por la boca, rechina
los dientes, y se queda rígido. Les pedí a tus discípulos que expulsaran a ese
espíritu, pero no pudieron.» Jesús dijo: «¡Ay, gente incrédula! ¿Hasta cuándo
tendré que estar con ustedes? ¿Hasta cuándo tendré que soportarlos? ¡Tráiganme
al muchacho!» Cuando se lo llevaron, tan pronto como el espíritu vio a Jesús,
sacudió al muchacho con violencia, y éste cayó al suelo revolcándose y echando
espuma por la boca. Jesús le preguntó al padre: «¿Desde cuándo le sucede esto?»
Y el padre respondió: «Desde que era niño. Muchas veces lo arroja al fuego, o
al agua, con la intención de matarlo. Si puedes hacer algo, ¡ten compasión de
nosotros y ayúdanos!» Jesús le dijo: «¿Cómo que “si puedes”? Para quien cree,
todo es posible.» Al instante, el padre del muchacho exclamó: «¡Creo! ¡Ayúdame
en mi incredulidad!» Cuando Jesús vio que la multitud se agolpaba, reprendió al
espíritu impuro y le dijo: «Espíritu sordo y mudo, ¡yo te ordeno que salgas de
este muchacho, y que nunca vuelvas a entrar en él!» El espíritu salió gritando
y sacudiendo con violencia al muchacho, el cual se quedó como muerto. En
efecto, muchos decían: «Está muerto.» Pero Jesús lo tomó de la mano, lo
enderezó, y el muchacho se puso de pie. Cuando Jesús entró en la casa, sus
discípulos le preguntaron a solas: «¿Por qué nosotros no pudimos expulsarlo?» Jesús
les respondió: «Estos demonios no salen sino con oración.»
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