Solo JESÚS es el que ofrece
el único pan que satisface verdaderamente.
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Bendiciones,
Enio
Meditación
Diaria
HAMBRE DEL CORAZÓN
Nuestro Pan Diario
**Leer Juan 6:32-40 (RV95)
JUAN 6:35 “JESÚS les dijo: Yo soy el pan de vida; el que a mí viene, nunca tendrá
hambre;…”
Mientras iba
en el auto con mi esposo, miraba algunos correos en el celular, y me sorprendió
una publicidad de una tienda local de rosquillas, justo a la derecha de donde acabábamos
de pasar. De repente, mi estómago rugió de hambre. Me maravilló cómo logra la
tecnología que los comerciantes nos atraigan a sus establecimientos.
Mientras
cerraba el correo, pensé en el constante anhelo de DIOS de que me acerque a Él.
El SEÑOR siempre sabe dónde estoy y desea guiar mis decisiones. Me pregunté:
¿Ruge mi corazón por el SEÑOR como lo hace mi estómago al pensar en una
rosquilla?
En Juan 6,
luego de la alimentación de los 5.000, los discípulos le piden fervientemente a
JESÚS que les dé siempre «el pan […] que […] da
vida al mundo» (vv. 33-34). Y JESÚS responde: «Yo soy el pan de vida; el que a mí
viene, nunca tendrá hambre; y el que en mí cree, no tendrá sed jamás»
(v. 35). ¡Qué asombroso que una relación con Cristo pueda brindar alimento
constante a nuestras vidas cada día!
La publicidad
de la tienda de rosquillas apuntaba a los deseos de mi cuerpo, pero DIOS, al
conocer la condición de mi corazón, me invita a que reconozca mi necesidad de ÉL
y que reciba el sustento que nadie
más puede proveer. — elm
OREMOS: Querido
DIOS, que recuerde la necesidad que tengo diariamente de alimentarme de Tu
presencia.
En el nombre
de Cristo, amén
**Leer Juan
6:32-40
Y JESÚS les dijo: De
cierto, de cierto os digo: No os dio Moisés el pan del cielo, mas mi Padre os
da el verdadero pan del cielo. Porque el pan de DIOS es aquel que descendió del cielo y da vida al mundo.
Le dijeron: SEÑOR, danos
siempre este pan.
JESÚS les dijo: Yo soy el pan de vida; el que a mí
viene, nunca tendrá hambre; y el que en mí cree, no tendrá sed jamás. Mas
os he dicho, que aunque me habéis visto, no creéis. Todo lo que el Padre me da,
vendrá a mí; y al que a mí viene, no le echo fuera. Porque he descendido del
cielo, no para hacer mi voluntad, sino la voluntad del que me envió. Y esta es
la voluntad del Padre, el que me envió: Que de todo lo que me diere, no pierda
yo nada, sino que lo resucite en el día postrero. Y esta es la voluntad del que
me ha enviado: Que todo aquél que ve al Hijo, y cree en él, tenga vida eterna;
y yo le resucitaré en el día postrero.
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