domingo, mayo 06, 2018

SEGUROS EN LA CONFIANZA


Al igual que David, puedo confiar en que DIOS va a estar a mi lado.
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Bendiciones,
Enio
Meditación Diaria
SEGUROS EN LA CONFIANZA
El Aposento Alto
**Leer 1 Samuel 17: 31-47
HEBREOS 13:6 “Así que podemos decir confiadamente:
«El Señor es mi ayudador; no temeré lo que me pueda hacer el hombre.»”
En la lectura de hoy, las líneas de combate estaban listas y era la libertad lo que estaba en juego. Los filisteos se habían plantado confiados, liderados por Goliat. Los israelitas estaban en un estado de confusión, desasosiego, y estaban aterrados— excepto uno, David, el más joven de los hijos de Jesé. David confiaba en sí mismo y sabía que DIOS lideraba a los israelitas. Confiaba todavía más en que DIOS estaría a su lado y que lo libraría del peligro que enfrentaba.
Cada uno de nosotros experimentará momentos en que las posibilidades de fracasar se van amontonando y nos sentimos débiles, vulnerables y temerosos. Es en estos momentos que hemos de recordar confiados que no estamos solos, DIOS está a nuestro lado y nos acompañará en todo momento.
OREMOS: Poderoso DIOS, cuando parece que todo va mal, ayúdanos a mantenernos confiados, sabiendo que Tú estás a nuestro lado. Oramos como Jesús nos enseñó: «Padre nuestro que estás en el cielo, santificado sea Tu nombre, venga Tu reino, hágase Tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan cotidiano. Perdónanos nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros deudores. Y no nos dejes caer en tentación, sino líbranos del maligno» (Mateo 6:9-13, NVI). Amén.
Sra. Mandy Slade (Somerset, Inglaterra)
**Leer 1 Samuel 17: 31-47
Algunos que oyeron a David preguntar, fueron a contárselo a Saúl, y éste lo mandó llamar. 32 Entonces David le dijo a Saúl: — Nadie debe desanimarse por culpa de ese filisteo, porque yo, un servidor de Su Majestad, iré a pelear contra él.
—No puedes ir tú solo a luchar contra ese filisteo — contestó Saúl—, porque aún eres muy joven; en cambio, él ha sido hombre de guerra desde su juventud.
David contestó: — Cuando yo, el servidor de Su Majestad, cuidaba las ovejas de mi padre, si un león o un oso venía y se llevaba una oveja del rebaño, iba detrás de él y se la quitaba del hocico; y si se volvía para atacarme, lo agarraba por la quijada y le daba de golpes hasta matarlo. Así fuera un león o un oso, este servidor de Su Majestad lo mataba. Y a este filisteo pagano le va a pasar lo mismo, porque ha desafiado al ejército del DIOS viviente. El Señor, que me ha librado de las garras del león y del oso, también me librará de las manos de este filisteo.
Entonces Saúl le dijo: — Anda, pues, y que el Señor te acompañe.
Luego hizo Saúl que vistieran a David con la misma ropa que él usaba, y que le pusieran un casco de bronce en la cabeza y lo cubrieran con una coraza. Finalmente, David se colgó la espada al cinto, sobre su ropa, y trató de andar así, porque no estaba acostumbrado a todo aquello. Pero en seguida le dijo a Saúl: — No puedo andar con esto encima, porque no estoy acostumbrado a ello.
Entonces se quitó todo aquello, tomó su bastón, escogió cinco piedras lisas del arroyo, las metió en la bolsa que traía consigo y, con su honda en la mano, se enfrentó con el filisteo. El filisteo, a su vez, se acercaba poco a poco a David. Delante de él iba su ayudante. Cuando el filisteo miró a David, y vio que era joven, de piel sonrosada y bien parecido, no lo tomó en serio, sino que le dijo: — ¿Acaso soy un perro, para que vengas a atacarme con palos?
Y en seguida maldijo a David en nombre de su DIOS. Además le dijo: — ¡Ven aquí, que voy a dar tu carne como alimento a las aves del cielo y a las fieras!
David le contestó: — Tú vienes contra mí con espada, lanza y jabalina, pero yo voy contra ti en nombre del Señor todopoderoso, el DIOS de los ejércitos de Israel, a los que tú has desafiado. Ahora el Señor te entregará en mis manos, y hoy mismo te mataré y te cortaré la cabeza, y los cadáveres del ejército filisteo se los daré a las aves del cielo y a las fieras. Así todo el mundo sabrá que hay un DIOS en Israel; todos los aquí reunidos sabrán que el Señor no salva con espada ni con lanza. Esta batalla es del Señor, y él los entregará a ustedes en nuestras manos.
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