¿Te han ofendido? Perdona
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Bendiciones,
Enio
Meditación Diaria
¿SIÉNTES ODIO POR ALGUIEN?
EFESIOS 4:31-32 “Abandonen
toda amargura, ira y enojo, gritos y calumnias, y toda forma de malicia. Más bien, sean bondadosos y compasivos unos
con otros, y perdónense mutuamente, así como DIOS los perdonó a ustedes en
Cristo.”
Uno
de los sentimientos más destructivos que puede tener un ser humano es el odio.
Proverbios 10:12 dice: “El odio despierta rencillas; pero el amor cubrirá todas las
faltas.” El odio proviene del diablo quien lo usa para lograr uno de
sus objetivos en este mundo: destruir la vida y el espíritu de quienes no están
al tanto de sus artimañas. El amor, por el contrario, nace de DIOS pues es
fruto del Espíritu Santo (Gálatas 5:22).
El
odio es totalmente opuesto al dulce sentimiento de amor que proviene de DIOS, y
que debe ser característico de todo aquel que tenga a Jesucristo en su corazón.
Sin embargo, aún dentro de la iglesia no es difícil encontrar personas que
muestran una actitud hostil y totalmente falta de amor hacia otros. Piensa por
un momento: ¿Cómo puede brillar la luz redentora de Cristo en una vida que está
llena de odio, ira y resentimiento? ¡Imposible!
El
apóstol Pablo muestra su preocupación en este aspecto al escribir a los
cristianos de Éfeso. En el pasaje de hoy les advierte acerca de la existencia
de sentimientos tales como amargura, ira y enojo, y otros similares y los
exhorta a eliminarlos, y por el contrario ser bondadosos y compasivos unos con
otros, y a perdonar las ofensas, de la misma manera que DIOS los perdonó.
El
problema es que de no hacerlo, estos sentimientos negativos pueden crecer y dar
lugar a resultados terribles. En primer lugar afectan profundamente la comunión
con DIOS, y en segundo lugar, la relación con todos los que están alrededor se
irá deteriorando hasta convertirse en antagonismo y enemistad.
El
autor de la carta a los Hebreos lo expresa de esta manera: “Asegúrense de que
nadie deje de alcanzar la gracia de DIOS; de que ninguna raíz amarga brote y
cause dificultades y corrompa a muchos;” (Hebreos 12:15). O sea, un simple enojo o una pequeña ofensa pueden
llegar a convertirse en odio, a veces imperceptiblemente, si no perdonamos a
aquel quien nos ofendió.
La
incapacidad para perdonar a aquellos que han ofendido o herido de alguna manera
es una de las razones fundamentales por las que los creyentes pueden llegar a
sentir odio por alguien. ¿Cómo actúas tú en situaciones como éstas?
Piensa
en alguien que te hirió en el pasado, y considera estas tres actitudes:
1° ¿Viene
a tu mente con frecuencia la imagen de esa persona? ¿Piensas frecuentemente en
la situación que dio lugar al disgusto? Si sientes odio por esta persona, no
será fácil quitártela de la mente, y habrá ocasiones en que te despertarás en
medio de la noche pensando en ella y con un sentimiento de amargura en tu
corazón.
2° ¿Puedes
desear el bien para esa persona que te hirió? Si tú la odias, con seguridad no podrás sentir el deseo de
que todo le vaya bien en su vida.
3° ¿En
lo profundo de tu corazón deseas que esa persona sufra de la manera en que tú
has sufrido? Si lo sientes así, no hay duda de que hay odio en tu corazón.
Si has contestado sí a una o más de estas preguntas,
debes urgentemente poner en práctica el consejo del pasaje de hoy: “Abandonen
toda amargura, ira y enojo, gritos y calumnias, y toda forma de malicia.“
La única manera de sacar esos sentimientos de tu corazón, y evitar males
mayores en tu vida es perdonando a los demás, “así como DIOS los perdonó a
ustedes en Cristo.”
Misión
nada fácil. En muchas ocasiones, imposible de lograr, humanamente hablando.
Pero si echas a un lado la tendencia de la naturaleza carnal, y permites al
Espíritu Santo obrar en tu vida, poco a poco Él te irá conformando a la imagen
de Jesucristo, y podrás imitarle aún en las situaciones más difíciles. Así
serás capaz de decir como Jesús dijo en medio del terrible dolor de la
crucifixión: “Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen.” (Lucas 23:34).
ORACIÓN: Padre Santo,
confieso delante de Ti que no puedo sacar de mi corazón los sentimientos de
odio y los deseos de venganza que están afectando mi vida. Te ruego que tu
Santo Espíritu obre en mi vida, y arranque de mí esas raíces de amargura que me
impiden alcanzar Tu gracia. Te ruego me ayudes a vivir de manera que mi
testimonio sea siempre conforme a los deseos de Tu corazón. En el nombre de Jesús te lo pido, Amén.
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