La palabra de DIOS no está presa.
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Bendiciones,
Enio
Meditación Diaria
VIERNES, 4 DE MAYO DEL 2001
El Aposento Alto
JUAN 17:21 “…para
que todos sean uno; como tú, Padre, en mí y yo en ti, que también ellos sean
uno en nosotros, para que el mundo
crea que tú me enviaste.”
Estoy en
prisión en un pabellón para internos trabajadores, y desde que llegué me llevé
bien con mis compañeros, excepto con Gustavo. Sin haber razón, él ni siquiera
me saludaba. Al poco tiempo la antipatía se hizo mutua. Estas cosas en la
cárcel terminan arreglándose con cuchillo en mano... sólo falta una excusa. Oré
para que DIOS mantuviese paz a mi alrededor.
Cuando el
pastor comenzó a visitarme, hice evidente a los demás mi condición de
cristiano. En una de sus visitas, el pastor me dio unas Biblias para que las
obsequiara a los presos.
Una tarde,
Gustavo se presentó a la puerta de mi celda. Ni siquiera me saludó. Me dijo con
cara de pocos amigos: «¿Me puede regalar una
Biblia?». Le dije que sí. Fui parco con él. Le obsequié la Palabra de
DIOS y le expliqué cómo hacer uso provechoso de ella. Tomó el libro y se fue a
su celda sin decir palabra. Al día siguiente Gustavo volvió, desafiante, pero
no traía un cuchillo, sino su Biblia. De nuevo se olvidó de saludar y me
preguntó: «¿Me puede enseñar a rezar?».
Desde esa tarde, todos los días oro con mi hermano en Cristo
y amigo, Gustavo.
OREMOS: Gracias, oh DIOS, por Tu Palabra liberadora.
En el amor de
Cristo, amén.
Sr. Carlos Mezher
Beruti (Buenos Aires, Argentina)
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