jueves, octubre 04, 2018

DEJAR EL RESENTIMIENTO


Alejen de ustedes la amargura, las pasiones, los enojos, los gritos…”
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Bendiciones,
Enio
Meditación Diaria
DEJAR EL RESENTIMIENTO
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EFESIOS 4:30-32 “No hagan que se entristezca el Espíritu Santo de Dios, con el que ustedes han sido sellados para distinguirlos como propiedad de Dios el día en que él les dé la liberación definitiva.
Alejen de ustedes la amargura, las pasiones, los enojos, los gritos, los insultos y toda clase de maldad. Sean buenos y compasivos unos con otros, y perdónense mutuamente, 
como Dios los perdonó  a ustedes en Cristo.”
Es un dilema común: Alguien nos hirió, y sabemos que debemos perdonar, pero no podemos. A pesar de todas nuestras promesas a DIOS de dar por olvidado el agravio, seguimos recordando el hecho, hasta que nos consume otra vez la ira y el dolor.
DIOS no nos ha llamado sólo a renunciar a nuestra amargura; nos ha dado los medios para hacerlo. El Espíritu nos da poder para perdonar a los demás, así como DIOS nos ha perdonado: Alejen de ustedes la amargura, las pasiones, los enojos, los gritos, los insultos y toda clase de maldad. Sean buenos y compasivos unos con otros, y perdónense mutuamente, como Dios los perdonó a ustedes en Cristo.” (Efesios 4:32). Sin embargo, no siempre es un proceso rápido, sobre todo si el agravio es grande y el daño profundo.
Algunas veces tenemos que dar ciertos pasos hasta que podamos liberarnos de la carga:
·  Primero, debemos confesar a DIOS que hemos pecado contra ÉL con nuestra actitud implacable, y pedirle que nos ayude a arrepentirnos.
·  Luego, debemos reconocer que la razón para perdonar a los demás es que hemos sido perdonados. No merecíamos el perdón, pero el sacrificio de CRISTO nos ha liberado de nuestra culpabilidad. Y es bueno recordar que si bien los agravios contra nosotros pueden parecer muy graves, por lo general subestimamos la magnitud de nuestros propios pecados contra DIOS.
·  Finalmente, debemos dejar que la Biblia renueve nuestra mente. En vez de pensar todo el tiempo en el mal que nos han hecho, podemos entregar esos pensamientos a DIOS y reemplazarlos con verdades bíblicas acerca de ÉL, Sus promesas y Sus caminos.
Entonces, ¿cómo sabrás cuándo has perdonado a quien te ha ofendido? Cuando las emociones negativas que surgían antes al pensar en el ofensor se hayan calmado, y tú tengas paz.
OREMOS: SEÑOR. Tú que perdonas mis faltas y pecados, 
ayúdame a perdonar a quien me ofende y dame Tu paz. 
En el nombre de Cristo, amén.
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