sábado, agosto 11, 2018

MARTES 8 DE MARZO DE 1988


El Señor anhela constantemente el enriquecimiento de nuestra vida.
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Bendiciones,
Enio
Meditación Diaria
MARTES 8 DE MARZO DE 1988
El Aposento Alto
**Leer 1a Timoteo 1:12-17 (DHH)
1a TIMOTEO 1:12 “Doy gracias a aquel que me ha dado fuerzas,
a CRISTO JESÚS nuestro Señor, porque me ha considerado fiel
y me ha puesto a su servicio”
En la famosa obra Don Quijote de la Mancha de Miguel de Cervantes, hay un pasaje cuando este caballero hace su primera experiencia de salir por los caminos, en que después de regresar maltrecho de su aventura, se dirige a uno de sus vecinos y le dice: «Yo sé quién soy y sé qué puedo hacer».
Frente a esa dura experiencia, surge en él un deseo ferviente de vencer las pruebas y seguir luchando, consciente de que estaba siendo llamado a lograr algo más real y positivo que tenía el deber supremo de cumplir.
A veces, conforme avanzamos de edad, pensamos que ya pasó la oportunidad de hacer algo. Sin embargo, la historia nos ofrece infinidad de ejemplos de hombres y mujeres que, a pesar de sus años, comprenden la importancia de sus vidas cuando tienen que enfrentarse con las necesidades apremiantes de sus semejantes y DIOS les infunde un sentido de renovación y propósito hacia la vida.
El SEÑOR anhela constantemente el enriquecimiento de nuestra vida y nos llama a luchar por el perfeccionamiento de este mundo, para que, agradecidos por éllos, logremos con nuestros esfuerzos una misión cada vez más superior.
¿Ya sabemos quiénes somos y qué podemos hacer?
OREMOS: Concede, oh SEÑOR, que nuestra vida sea plenamente fortalecida por Tu Espíritu para cumplir Tu voluntad.
En el amor de CRISTO, amén.
Sr. Walter M. Vecino (Montevideo, Uruguay)
**Leer 1 Timoteo 1:12-17 (DHH)
LA MISERICORDIA DE DIOS CON PABLO
Doy gracias a aquel que me ha dado fuerzas, a Cristo Jesús nuestro Señor, porque me ha considerado fiel y me ha puesto a su servicio, a pesar de que yo antes decía cosas ofensivas contra él, lo perseguía y lo insultaba. Pero DIOS tuvo misericordia de mí, porque yo todavía no era creyente y no sabía lo que hacía. Y nuestro Señor derramó abundantemente su gracia sobre mí, y me dio la fe y el amor que podemos tener gracias a Cristo Jesús.
Esto es muy cierto, y todos deben creerlo: que Cristo Jesús vino al mundo para salvar a los pecadores, de los cuales yo soy el primero. Pero DIOS tuvo misericordia de mí, para que Jesucristo mostrara en mí toda su paciencia. Así yo vine a ser ejemplo de los que habían de creer en él para obtener la vida eterna. ¡Honor y gloria para siempre al Rey eterno, al inmortal, invisible y único DIOS! Amén.
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