DIOS
está presente también en los momentos en que reina la duda.
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meditación.
Bendiciones,
Enio
Meditación Diaria
PAZ
EN DONDE REINA LA DUDA
El Aposento
Alto
**Leer Juan 20:19-29
JUAN 20:19 “―¡La paz
sea con ustedes!”
Al finalizar el sendero que
sube hacia el monte Half-Dome, en el Parque Nacional Yosemite, nos encontramos
frente a frente a los cables de metal que nos guiarían hasta la cima. Nuestro
grupo había caminado durante horas, pero cuando finalmente vi los cables no
quise subir. Sentí que era peligroso y que podría caer los 600 metros y morir.
Al ver subir a mis amigos, me sentí avergonzado. Fue entonces que alguien se me
acercó diciendo: «Yo iré contigo». El líder
del grupo había quedado último para asegurarse de que yo no quedase rezagado o
me cayera. Despacio, llegué hasta la cima y celebramos en la cumbre.
En la lectura del día de hoy,
— la aparición de JESÚS ante los discípulos tras la crucifixión—, Tomás se
niega obstinado a creer el testimonio de sus amigos. Al hacerlo se separó a sí
mismo del resto del grupo. Entonces, de improviso, apareció Jesús.
En tiempos de duda, es
posible sentir que DIOS está ausente, pero tal como el líder del grupo me ayudó
con aquel cable, el Señor viene a nosotros también cuando nos invade la duda.
Cuando estamos a punto de retroceder, DIOS nos susurra: «Yo iré contigo».
OREMOS: DIOS de Fortaleza, gracias por Tu amor persistente que nos acompaña aún
en nuestros momentos difíciles y dolorosos de duda.
En el nombre
de Cristo, amén.
Sr. Adam Benson (Carolina del Norte, EE.UU.)
**Leer Juan 20:19-29 (NVI)
JESÚS SE APARECE A SUS
DISCÍPULOS
Al
atardecer de aquel primer día de la semana, estando reunidos los discípulos a
puerta cerrada por temor a los judíos, entró Jesús y, poniéndose en medio de
ellos, los saludó. ―¡La paz sea con ustedes! Dicho esto, les mostró las manos y
el costado. Al ver al Señor, los discípulos se alegraron. ―¡La paz sea con ustedes!
—repitió Jesús—. Como el Padre me envió a mí, así yo los envío a ustedes. Acto
seguido, sopló sobre ellos y les dijo: ―Reciban el Espíritu Santo. A quienes
les perdonen sus pecados, les serán perdonados; a quienes no se los perdonen,
no les serán perdonados.
JESÚS SE APARECE A TOMÁS
Tomás, al que apodaban el Gemelo, y que era
uno de los doce, no estaba con los discípulos cuando llegó Jesús. Así que los
otros discípulos le dijeron: ―¡Hemos visto al Señor!
―Mientras no vea yo la marca de los clavos en
sus manos, y meta mi dedo en las marcas y mi mano en su costado, no lo creeré
—repuso Tomás.
Una semana más tarde estaban los discípulos
de nuevo en la casa, y Tomás estaba con ellos. Aunque las puertas estaban
cerradas, Jesús entró y, poniéndose en medio de ellos, los saludó. ―¡La paz sea
con ustedes!
Luego le dijo a Tomás: ―Pon tu dedo aquí y
mira mis manos. Acerca tu mano y métela en mi costado. Y no seas incrédulo,
sino hombre de fe.
―¡Señor mío y DIOS mío! —exclamó Tomás.
―Porque me has visto, has creído —le dijo
Jesús—; dichosos los que no han visto y sin embargo creen.
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