Tener el
concepto correcto del SEÑOR nos permitirá acercarnos a ÉL.
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Bendiciones,
Enio
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EL DIOS A QUIEN ORAMOS
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**Leer Nehemías 1:1-11
NEHEMIAS 1:11 “Te ruego, Jehová, que esté ahora atento tu oído a la oración de tu
siervo, y a la oración de tus siervos, quienes desean reverenciar tu nombre;
concede ahora buen éxito a tu siervo y dale gracia delante de aquel hombre.”
Para entender
cómo veía Nehemías al Todopoderoso, veamos su súplica.
Observa que en
los versículos 5 al 11 del pasaje de hoy, se refirió a DIOS de maneras
diferentes. Por ejemplo, primero utilizó el nombre JEHOVÁ, un término que significa “YO SOY”, e indicó ‘Uno que
nunca cambia’. Luego se refirió al SEÑOR como Elohim, ‘un nombre que habla de
soberanía’. Al presentar su petición, el profeta escogió un lenguaje que ‘indicaba
plena confianza en DIOS’.
Y el SEÑOR
respondió esa oración de manera poderosa. Como copero en el palacio, Nehemías
probaba primero la comida y la bebida del rey Artajerjes para protegerlo de un
posible envenenamiento. Para un servidor en esa posición, era un riesgo tener
un semblante triste, pero las terribles noticias lo habían deprimido: “Sucedió en el mes de Nisán, en el año
veinte del rey Artajerjes, que estando ya el vino delante de él, tomé el vino y
lo serví al rey. Y como yo no había estado antes triste en su presencia,” (Nehemías 2:1).
El SEÑOR obró
con poder: cuando el rey le preguntó a su copero qué lo apenaba, Nehemías
expresó su preocupación por el pueblo judío. En vez de castigarlo, Artajerjes
le permitió ir a reconstruir lo que había sido destruido, ¡y hasta le
suministró los materiales! DIOS se encargó de lo que parecía una carga
abrumadora e imposible para Nehemías, y ÉL puede hacer lo mismo por nosotros.
Tener el
concepto correcto del SEÑOR nos permitirá acercarnos a ÉL con confianza
absoluta en que escuchará y responderá nuestras oraciones: “En el día de mi angustia
te llamaré, porque tú me respondes.” (Salmos 86:7). Recuerda
que el SEÑOR es Fiel y Poderoso. Nuestro Padre Celestial es Soberano.
OREMOS: Padre
Celestial, creador de todo lo que existe, eres Grande y Poderoso que respondes
a nuestras oraciones colmándonos de bendiciones. Gracias Te damos Señor porque
Tú eres Bueno y Misericordioso. Gracias mi DIOS. En el nombre de Cristo, amén.
**Leer
Nehemías 1:1-11 (RV95)
Palabras de Nehemías hijo de
Hacalías. Aconteció en el mes de Quisleu, en el año veinte, que estando yo en
Susa, capital del reino, vino Hanani, uno de mis hermanos, con algunos hombres
de Judá. Entonces les pregunté por los judíos que habían escapado, los que se
habían salvado de la cautividad, y por Jerusalén. Ellos me dijeron: «El resto,
los que se salvaron de la cautividad, allí en la provincia, están en una
situación muy difícil y vergonzosa. El muro de Jerusalén está en ruinas y sus
puertas destruidas por el fuego.»
Cuando oí estas palabras me senté y lloré, hice
duelo por algunos días, ayuné y oré delante del Dios de los cielos. Y le dije: «Te
ruego, Jehová, Dios de los cielos, fuerte, grande y temible, que guardas el
pacto y tienes misericordia de los que te aman y observan tus mandamientos; esté
ahora atento tu oído y abiertos tus ojos para oír la oración de tu siervo, que
hago ahora delante de ti, día y noche, por los hijos de Israel, tus siervos.
Confieso los pecados que los hijos de Israel hemos cometido contra ti; sí, yo y
la casa de mi padre hemos pecado. En extremo nos hemos corrompido contra ti y
no hemos guardado los mandamientos, estatutos y preceptos que diste a Moisés,
tu siervo. Acuérdate ahora de la palabra que diste a Moisés, tu siervo,
diciendo: “Si vosotros pecáis, yo os dispersaré por los pueblos; pero si os
volvéis a mí y guardáis mis mandamientos y los ponéis por obra, aunque vuestra
dispersión sea hasta el extremo de los cielos, de allí os recogeré y os traeré
al lugar que escogí para hacer habitar allí mi nombre”.
»Ellos, pues, son tus siervos y tu pueblo, los
cuales redimiste con tu gran poder y con tu mano poderosa. Te ruego, Jehová,
que esté ahora atento tu oído a la oración de tu siervo, y a la oración de tus
siervos, quienes desean reverenciar tu nombre; concede ahora buen éxito a tu
siervo y dale gracia delante de aquel hombre.»
En aquel entonces servía yo de copero al rey.
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