domingo, febrero 18, 2018

LA VICTORIA DE LA OBEDIENCIA

La obediencia es la clave para una vida cristiana victoriosa.
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Bendiciones,
Enio
Meditación Diaria
LA VICTORIA DE LA OBEDIENCIA
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**Leer Jueces 7:9-25
JUECES 7:9-11 “Aquella noche el Señor le ordenó a Gedeón: «Levántate y baja a atacar a los madianitas, pues los voy a entregar en tus manos. 10 Pero si tienes miedo de atacarlos, baja antes al campamento con Purá, tu criado, 11 y escucha lo que digan. Después te sentirás con más ánimo para atacarlos.»” (DHH)
DIOS dirigió providencialmente cada elemento de su plan para el éxito de Israel. Pero si Gedeón hubiera desobedecido alguna orden divina, su ejército habría sufrido una derrota inmediata. Aunque los caminos del SEÑOR pueden parecer arriesgados o ilógicos, siempre podemos confiar en Su sabiduría incuestionable y en Su gran poder.
DIOS alienta a los de poco ánimo. Cuando el SEÑOR le ordenó a Gedeón atacar al enemigo, también le dio una manera de atenuar los temores del líder. Al seguir la orden de DIOS, Gedeón fue llevado al lugar exacto donde escucharía un mensaje alentador que lo haría inclinarse en adoración y levantarse con gran fe.
DIOS hace a un lado las cosas en que confiamos. Gedeón marchaba a la guerra con solo 300 hombres armados con trompetas, cántaros y antorchas. Su fuerza parecía lamentable, y sus armas parecían inútiles para la batalla. Sin los medios de victoria tradicionales sólo podían confiar en el SEÑOR.
DIOS actúa en el campo del enemigo a favor nuestro. Cuando DIOS tiene el control, todo está sincronizado a la perfección, incluso lo que no podemos ver. Mientras que Gedeón obedecía cada orden divina, el SEÑOR actuaba para asegurar la victoria de Israel. En la confusión del enemigo y de su temor a la oscuridad, el pánico los llevó a la autodestrucción.
La obediencia es la clave para una vida cristiana victoriosa. Si tú obedeces al SEÑOR, ÉL te dará instrucciones para cada paso a seguir. Su método puede no ser el más fácil o el más cómodo, pero siempre es el mejor. Confía en DIOS, y ÉL te conducirá a la victoria.
OREMOS: Padre Celestial. Gracias te damos porque Tú eres Bueno. Gracias por las bendiciones que derramas sobre todos nosotros. Gracias porque Tu Palabra nos enseña que debemos obedecerte a Ti Mi SEÑOR, antes de obedecer a los hombres. Tú eres nuestra protección y siempre nos auxilias cuando estamos en pruebas y problemas. Gracias mi DIOS.
En el nombre de Cristo, amén.

**Leer Jueces 7:9-25 (DHH)

Aquella noche el Señor le ordenó a Gedeón: «Levántate y baja a atacar a los madianitas, pues los voy a entregar en tus manos. Pero si tienes miedo de atacarlos, baja antes al campamento con Purá, tu criado, y escucha lo que digan. Después te sentirás con más ánimo para atacarlos.»
Entonces Gedeón bajó con Purá, su criado, hasta los puestos avanzados del campamento enemigo. Los madianitas, los amalecitas y la gente del oriente se habían esparcido por el valle como una plaga de langostas. Tenían tantos camellos como arena hay a la orilla del mar. Al acercarse Gedeón al campamento enemigo, oyó que un soldado le contaba a otro un sueño que había tenido. Le decía: —Soñé que un pan de cebada venía rodando hasta nuestro campamento, y que al chocar contra una tienda la hacía caer.
Y su compañero le contestó: —Eso no es otra cosa que la espada de Gedeón, hijo de Joás, el israelita. Dios va a entregar en manos de Gedeón a los madianitas y a todo su campamento.
Al oír cómo se había contado e interpretado el sueño, Gedeón adoró al Señor. Después volvió al campamento israelita y ordenó: —¡Arriba, que el Señor va a entregarnos el campamento madianita!
En seguida dividió sus trescientos hombres en tres grupos, y les dio cuernos de carnero a todos y unos cántaros vacíos que llevaban dentro antorchas encendidas. Y les dijo: —Cuando llegue yo al otro lado del campamento enemigo, fíjense en mí y hagan lo mismo que me vean hacer. Cuando yo y los que van conmigo toquemos el cuerno, tóquenlo ustedes también alrededor de todo el campamento, y griten: “¡Por el Señor y por Gedeón!”
Así pues, Gedeón y sus cien hombres llegaron al otro lado del campamento cuando estaba por comenzar el turno de guardia de medianoche. Entonces tocaron los cuernos de carnero y rompieron los cántaros que llevaban en las manos, y los tres grupos tocaron al mismo tiempo los cuernos de carnero y rompieron los cántaros. En la mano izquierda llevaban las antorchas encendidas, y los cuernos de carnero en la derecha, y gritaban: «¡Guerra! ¡Por el Señor y por Gedeón!» Y como los israelitas se quedaron quietos en sus puestos alrededor del campamento, y todos en el ejército madianita gritaban y salían huyendo mientras los trescientos israelitas seguían tocando los cuernos de carnero, el Señor hizo que los madianitas lucharan entre sí, y que salieran huyendo hasta Bet-sitá, camino de Sererá, y hasta la frontera de Abel-meholá, junto a Tabat.
Entonces se llamó a los israelitas de las tribus de Neftalí, de Aser y de todo Manasés, para que persiguieran a los madianitas. Gedeón mandó mensajeros por los montes de Efraín, ordenando que los hombres de esta tribu bajaran a luchar contra los madianitas y ocuparan los lugares por donde se podía cruzar el río en Bet-bará y en el Jordán, antes de que ellos llegaran. Los de Efraín cumplieron estas órdenes, y además capturaron a dos jefes madianitas llamados Oreb y Zeeb. A Oreb lo mataron en la peña que ahora se conoce como Peña de Oreb. A Zeeb lo mataron en el lugar que lleva su nombre, y que era donde se pisaba la uva para hacer vino. Y después de perseguir a los madianitas, llevaron las cabezas de Oreb y de Zeeb a Gedeón, que estaba al otro lado del Jordán.


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