sábado, febrero 10, 2018

ESCUCHAR SU VOZ

DIOS habla a través de su Palabra cuando dedicamos tiempo a escuchar.
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Bendiciones,
Enio
Meditación Diaria
ESCUCHAR SU VOZ
Nuestro Pan Diario
**Leer: Juan 10:25-30
JUAN 10:27 “Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen”
Tengo problemas de audición… «Sordo de un oído y sin poder oír del otro», como solía decir mi padre. Por éso, uso audífonos.
La mayoría de las veces, funcionan bien, excepto en lugares con mucho ruido. En esos casos, mis audífonos captan todas las voces en el salón, y no puedo escuchar a la persona delante de mí.
Así sucede con nuestra cultura: una cacofonía de sonidos puede ahogar la voz suave de DIOS. «¿Dónde se encontrará la Palabra, dónde la Palabra resonará?», pregunta el poeta T. S. Eliot. «No aquí; no hay suficiente silencio».
Felizmente, mis audífonos tienen un ajuste que elimina los sonidos circundantes y me permite oír las voces que quiero escuchar. Del mismo modo, a pesar de las voces que nos rodean, si aquietamos nuestras almas y prestamos atención, escucharemos el «silbo apacible y delicado» de DIOS»  (1 Reyes 19:11-12).
DIOS nos habla todos los días, llamándonos en medio de nuestras inquietudes y anhelos. Nos llama en nuestra tristeza más profunda y en el vacío y la insatisfacción de nuestras mayores alegrías. Pero, fundamentalmente, nos habla en Su Palabra: Por esto, de nuestra parte, damos siempre gracias a Dios, pues cuando ustedes escucharon el mensaje de Dios que nosotros les predicamos, lo recibieron como mensaje de Dios y no como mensaje de hombres. Y en verdad es el mensaje de Dios, el cual produce sus resultados en ustedes los que creen.” (1 Tesalonicenses 2:13).
Cuando tomes Su Libro (La Biblia) y lo leas, también escucharás Su voz. El SEÑOR te ama más de lo que crees, y desea que escuches lo que Te quiere decir. — David H. Roper
OREMOS: SEÑOR, ayúdame a escucharte hoy. En Tu Nombre, amén.
**Leer: Juan 10:25-30
Jesús les respondió: —Os lo he dicho, y no creéis. Las obras que yo hago en nombre de mi Padre, ellas dan testimonio de mí; pero vosotros no creéis, porque no sois de mis ovejas, como os he dicho. Mis ovejas oyen mi voz y yo las conozco, y me siguen; yo les doy vida eterna y no perecerán jamás, ni nadie las arrebatará de mi mano. Mi Padre, que me las dio, mayor que todos es, y nadie las puede arrebatar de la mano de mi Padre. El Padre y yo uno somos.

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