Gracias Señor…
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Bendiciones,
Enio
Meditación Diaria
A SOLAS CON DIOS
Ministerios En Contacto
MATEO 26: 36
"36 Entonces llegó Jesús con ellos a un lugar que se llama Getsemaní, y dijo
a sus discípulos: Sentaos aquí, entre tanto que voy allí y oro."
Lo
conocemos como Getsemaní —el lugar donde Jesús se alejó del caos para pasar su
última noche a solas con Su Padre. Pero, al adentrarnos más en el huerto,
llegamos a entender mejor por qué escogió este sitio, y más de lo que ocurrió
allí. ¿Fue sólo para orar? ¿Sólo para dormir? ¿Sólo para pasar tiempo a solas
antes de que se levantara para ir a morir? No; lo que encontramos en Getsemaní
es una senda de restauración para cada momento de nuestra vida.
Cristo
no vino solo al huerto, vino con amigos —con 11 de sus 12 discípulos.— ÉL
estuvo siempre rodeado de personas. ¿Debe, entonces, sorprendernos que la noche
antes de ser crucificado —por nuestros pecados— Jesús viniera al Getsemaní con
11 de sus queridos seguidores?
¿Se
parece esto a tu vida? ¿Rodeado siempre de otros? ¿Con poco tiempo para ti mismo?
¿Preocupado por las personas que te aman, pero que no siempre te apoyan o
vienen en tu ayuda cuando más lo necesitas? Busca, entonces, iluminación y
dirección, en las últimas hermosas horas de solitud de Cristo en un huerto
sagrado.
Con
sus discípulos, el Señor se retiró al Getsemaní, un lugar cuyo nombre en hebreo
significa molino o prensa (semejante a una prensa de vino) donde se extraía
aceite de las olivas. Aquí, al pie del monte de los Olivos, Jesús se separó del
grupo con sus tres amigos más íntimos —Pedro, Jacobo y Juan, y les expresó sus
sentimientos más profundos: “Mi alma está destrozada” (Mt 26:38 NTV).
En
este lugar, donde se presionaban las olivas para obtener el aceite sustentador
de la vida, Cristo “comenzó su agonía”, escribió Matthew Henry. “Allí quiso
quebrantarlo el Padre, y destrozarlo, para que de ÉL pudiera fluir a todos los
creyentes aceite nuevo; para que pudiéramos participar de la raíz y de la rica
sabia del benéfico Olivo”.
Es que
la solitud “es más un estado de la mente y del corazón, que un lugar”, según el
autor Richard Foster. Es verdad que apartarse para descansar es maravilloso,
pero la solitud con DIOS no es un descanso casual. Es una inmersión profunda y
ferviente en la prensa del poder de DIOS que nos pone en condiciones de volver
a las personas y servirles de una manera significativa. En la solitud —dice
Foster en su libro Celebración de la Disciplina, “tenemos que alejarnos de la
gente para poder estar realmente presentes cuando estemos con ella”.
Jesús
estableció ese modelo. Después de un tiempo de solitud, ¿qué hizo? Comenzó Su
ministerio (Mt 4:1-11, 17). Caminó sobre las aguas (14.22-27). Escogió a sus discípulos (Lc 6.12-19). Murió por nuestros pecados.
Podemos
anhelar la solitud fácil —tener una razón espiritual— para dejarlo todo y tomar
una semana de descanso. ¿Quién no anhela eso de vez en cuando? Pero, como hijos
de DIOS, necesitamos la solitud con DIOS, la clase de solitud que reforma el
alma y que nos prepara igual que a nuestro Cristo, para servir.
—Patricia Raybon—
ORACIÓN: Gracias Señor por las
muestras de Tu amor. Tú te entregaste a morir en la cruz por todos nosotros y
luego resucitaste para gloria de DIOS. Porque de tal manera amó DIOS al mundo, que ha dado a Su Hijo
unigénito, para que todo aquel que en ÉL cree no se pierda, sino que tenga vida
eterna. DIOS no envió a Su Hijo al mundo
para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por ÉL . Gracias
Señor. En el nombre de Cristo, amén.
Leer | Mateo 26.36-46 (RVR1960)
JESÚS ORA EN GETSEMANÍ
36 Entonces llegó Jesús con ellos a un lugar que se llama Getsemaní, y dijo
a sus discípulos: Sentaos aquí, entre tanto que voy allí y oro. 37 Y tomando a Pedro, y a los dos hijos de Zebedeo, comenzó a entristecerse
y a angustiarse en gran manera.
38 Entonces Jesús les dijo: Mi alma está muy triste, hasta la muerte;
quedaos aquí, y velad conmigo. 39 Yendo
un poco adelante, se postró sobre su rostro, orando y diciendo: Padre mío, si
es posible, pase de mí esta copa; pero no sea como yo quiero, sino como tú.
40 Vino luego a sus discípulos, y los halló durmiendo, y dijo a Pedro: ¿Así
que no habéis podido velar conmigo una hora? 41 Velad y orad, para que no entréis en tentación; el espíritu a la verdad
está dispuesto, pero la carne es débil.
42 Otra vez fue, y oró por segunda vez, diciendo: Padre mío, si no puede
pasar de mí esta copa sin que yo la beba, hágase tu voluntad.
43 Vino otra vez y los halló durmiendo, porque los ojos de ellos estaban
cargados de sueño.
44 Y dejándolos, se fue de nuevo, y oró por tercera vez, diciendo las
mismas palabras.
45 Entonces vino a sus discípulos y les dijo: Dormid ya, y descansad. He
aquí ha llegado la hora, y el Hijo del Hombre es entregado en manos de
pecadores.
46 Levantaos, vamos; ved, se acerca el que me entrega.
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