viernes, agosto 19, 2005

EN LAS COSAS DE DIOA...

En las cosas de Dios nunca el fin justifica los medios.
Buen fin de semana llena de bendiciones,
Enio

ALIENTO DEL CIELO PARA CADA DIA
Meditación Diaria
por RITCHIE PUGLIESE

PROSPERIDAD
PROVERBIOS 1:32 Porque el desvío de los ignorantes los matará, y la prosperidad de los necios los echará a perder;

Existen dos clases de prosperidad: a) La que proviene del Señor; y b) La que proviene del mundo.
Por años ha habido un concepto erróneo que dice que para ser un buen cristiano uno debe ser bien pobre. ¡Error!
Una cosa es ser pobre de espíritu (que es una actitud correcta de corazón que cada cristiano debe tener, pues glorifica a Dios), y otra es ser pobre materialmente.
La pobreza sólo hace que la gente viva frustrada e infeliz. Es prácticamente imposible encontrar a alguien que sea pobre y a la vez viva feliz y realizado en la vida.
El problema con las posesiones y el standard de vida próspero es que muchos están dispuestos a venderle su alma al mismo diablo, si fuera posible, para alcanzar la riqueza.
Es por eso que el pasaje de hoy habla de la prosperidad de los necios. Esa clase de prosperidad no es la que viene con la bendición del Señor. Esa clase de prosperidad está contaminada por el pecado, el deshonor, la vergüenza y ha sido conseguida a cualquier precio. Esta no es la clase de prosperidad que Dios tiene reservada para sus hijos.
En las cosas de Dios nunca el fin justifica los medios, sino que un fin santo sólo justifica y acepta medios santos.
No te conformes con la prosperidad sin la bendición de Dios. La Biblia afirma que la raíz de todos los males no es el dinero sino el amor desesperado al dinero.
¿Qué clase de prosperidad quieres para tu vida? La prosperidad que proviene de Dios, y que es provista exclusivamente para los hijos de Dios, nunca se echa a perder.

CONFESION DE FE:
LA UNICA PROSPERIDAD QUE ANHELO ES LA QUE PROVIENE DEL SEÑOR

ORACION:
Señor en tus manos está todo el oro y el dinero del mundo. Tú eres un Dios rico y poderoso más que cualquier magnate del mundo. Decido en este día encomendarme a Tí para que me guardes de aquella prosperidad que se echa a perder. Anhelo recibir Tu prosperidad, que es bendita. ¡Gracias Jesús por ser mi prosperador! En Tu Santo nombre, amén.

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