Contiendas
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Bendiciones,
Enio
Meditación Diaria
LLAMADOS
A DAR PAZ
EFESIOS 4:31 ”Quítense de vosotros toda amargura, enojo, ira, gritería y maledicencia, y
toda malicia”. (RV95)
”Alejen de ustedes la amargura, las pasiones, los
enojos, los gritos, los insultos y toda clase de maldad”. (DHH)
Vivimos en un mundo muy
convulsionado donde la gente cada vez vive más nerviosa e irritada. Pareciera
que cada vez cuesta más encontrar un lugar tranquilo para habitar. Las peleas
se originan en las calles entre los conductores de autos como consecuencia de
un accidente; las discusiones entre la gente y el personal de un banco o
negocio; las discusiones que se originan con los vecinos del barrio, en el
trabajo, etc. Por todos lados vemos gritería, enojo, ira, maledicencia.
Lo triste de todo esto es que
cuando llegamos a nuestro hogar, pensando encontrar un lugar de refugio, nos
damos cuenta que allí también se originan las mismas o peores fricciones. El
problema no radica en el peligro de las calles, en el trabajo o con los
vecinos. El problema está en el interior del ser humano, y donde éste habite
allí siempre habrá problemas.
La única manera de extirpar este
espíritu violento que sacude nuestro mundo, es viniendo a los pies de CRISTO y poniendo
de manifiesto el fruto del Espíritu Santo* en
nuestras palabras y acciones. (*) “En cambio, lo que el Espíritu
produce es amor, alegría, paz, paciencia, amabilidad,
bondad, fidelidad, humildad y dominio propio. Contra tales cosas no hay ley.” (Gálatas 5:22-23)
Cuando el corazón del ser humano
halla la paz de CRISTO, sus palabras y acciones serán también de paz. No
podemos pedirle a alguien que vive un infierno interior que sea una persona
pacífica y amable.
Como cristianos,
tenemos la posibilidad de ponerle freno a este sistema corrupto que el mundo
ofrece con nuestras palabras y acciones de pureza y santidad. Si los cristianos
no reaccionamos como cristianos ¿Quién puede hacerlo?
Hemos sido llamados a
dar paz en medio de un mundo de contiendas, pues tenemos a CRISTO en el
corazón.
OREMOS: SEÑOR, hazme un portador de bendición por dondequiera que vaya.
En el amor de nuestro Señor JESUCRISTO, amén.
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