¿Cómo demuestro el amor hacia mi
prójimo?
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Bendiciones,
Enio
Meditación Diario
AYUDAR AL PRÓJIMO
El Aposento Alto
**Leer
Lucas 10:28-37
LUCAS 10:27 “Aquél, respondiendo, dijo:
—Amarás
al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con todas tus fuerzas y
con toda tu mente; y a tu prójimo como a ti mismo.(RV95)
En la
parábola del buen samaritano, JESÚS relató la actitud que mostraron tres
personajes distintos ante la necesidad de su prójimo. Es interesante notar
quiénes eran estos personajes y cómo actuaron. Los primeros dos personajes, el
sacerdote y el levita, pasaron junto al camino y actuaron de forma indiferente
ante aquel hombre mal herido. El tercer personaje era un samaritano. Éste
mostró compasión ante la necesidad de aquel desconocido. Este hombre se detuvo
junto al camino, socorrió aquel hombre mal herido e hizo lo necesario para
dejarlo bajo atención hasta que nuevamente regresara.
En ocasiones
nos encontramos tan ocupados en nuestros propios intereses, que pasamos por
alto aquellas necesidades de los demás aún estando en posición de ayudar.
La
palabra de DIOS nos enseña que debemos amar a nuestro prójimo como a nosotros
mismos. DIOS desea que tengamos un corazón que pueda ver las necesidades de
otras personas y obremos en su ayuda. Esto
podrá costarnos salir de nuestra zona de comodidad, pero haciendo ésto
estaremos llevando el reino de los cielos a vidas necesitadas, mediante el amor
y la compasión.
OREMOS: DIOS, ayúdanos a mostrar TU amor
al prójimo
brindándoles nuestra ayuda.
En el nombre de JESÚS, amén.
Sr. Emmanuel De La Rosa (Santiago, Rep. Dominicana)
**Leer Lucas 10:28-37
El buen samaritano
25 Un intérprete de la Ley se levantó
y dijo, para probarlo: —Maestro, ¿haciendo qué cosa heredaré la vida eterna?
26 Él le dijo: —¿Qué está escrito
en la Ley? ¿Cómo lees?
27 Aquél, respondiendo, dijo: —Amarás
al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con todas tus fuerzas y
con toda tu mente; y a tu prójimo como a ti mismo.
28 Le dijo: —Bien has respondido;
haz esto y vivirás.
29 Pero él, queriendo
justificarse a sí mismo, dijo a Jesús: —¿Y quién es mi prójimo?
30 Respondiendo Jesús, dijo: —Un
hombre que descendía de Jerusalén a Jericó cayó en manos de ladrones, los
cuales lo despojaron, lo hirieron y se fueron dejándolo medio muerto. 31 Aconteció que descendió
un sacerdote por aquel camino, y al verlo pasó de largo. 32 Asimismo un levita,
llegando cerca de aquel lugar, al verlo pasó de largo. 33 Pero un samaritano que
iba de camino, vino cerca de él y, al verlo, fue movido a misericordia. 34 Acercándose, vendó sus
heridas echándoles aceite y vino, lo puso en su cabalgadura, lo llevó al mesón
y cuidó de él. 35 Otro
día, al partir, sacó dos denarios, los dio al mesonero y le dijo: “Cuídamelo, y
todo lo que gastes de más yo te lo pagaré cuando regrese.” 36 ¿Quién, pues, de estos
tres te parece que fue el prójimo del que cayó en manos de los ladrones?
37 Él dijo: —El que usó de
misericordia con él.
Entonces
Jesús le dijo: —Ve y haz tú lo mismo.
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