Pedirle a DIOS su ayuda y guía
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Bendiciones,
Enio
Meditación Diaria
CÓMO
RECONSTRUIR
Nuestro Pan Diario
**Leer Nehemías 2:11-18
NEHEMÍAS
2:18 “Y dijeron: Levantémonos y edifiquemos.
Así esforzaron
sus manos para bien.”
Era de noche cuando
el líder salió cabalgando a inspeccionar la tarea que yacía por delante. Al
recorrer la destrucción que lo rodeaba, vio que los muros habían sido
derrumbados y las puertas, quemadas. En algunas zonas, los escombros
dificultaban el paso de su caballo. Triste, el jinete volvió a su casa.
Cuando llegó
el momento de informar del daño a los oficiales, dijo: «veis el mal en que estamos»
(Nehemías 2:17). La ciudad estaba en ruinas y los muros de defensa eran
inservibles. Pero luego, con sus palabras, potenció a los ciudadanos
perturbados: «Entonces
les declaré cómo la mano de mi DIOS había sido buena sobre mí»; y el pueblo
respondió: «Levantémonos y edifiquemos» (v. 18).
Y lo hicieron.
Con fe en DIOS
y un esfuerzo tremendo —a pesar de la oposición enemiga y de la enormidad de la
tarea—, los habitantes de Jerusalén, bajo el liderazgo de Nehemías,
reedificaron el muro en solo 52 días (6:15).
Al
considerar tus circunstancias, ¿hay algo que parece difícil pero que sabes que DIOS
quiere que hagas? ¿Dejar algún pecado, cortar una relación o hacer una tarea
que parece complicada?
Pídele
a DIOS que te guíe (2:4-5), analiza el problema (vv. 11-15) y reconoce la
participación del SEÑOR (v. 18).
Luego, comienza a reedificar.
¿Qué situaciones, como «muros destruidos»,
te están perturbando?
¿Cómo ayuda al proceso de reconstrucción pedirle a DIOS
su ayuda y guía?
OREMOS: DIOS, no puedo resolver estos problemas
solo. Necesito tu ayuda. En el amor de CRISTO, amén.
**Leer Nehemías 2:11-18
Nehemías anima al pueblo a reedificar los muros
11 Llegué, pues, a Jerusalén, y
después de estar allí tres días, 12 me
levanté de noche, yo y unos pocos hombres conmigo, y no declaré a nadie lo que
Dios había puesto en mi corazón que hiciera en Jerusalén. No tenía cabalgadura
conmigo, sino la única en que yo cabalgaba. 13 Aquella misma noche salí por la puerta del Valle
hacia la fuente del Dragón y a la puerta del Muladar; y observé los muros de
Jerusalén que estaban derribados y sus puertas que habían sido consumidas por
el fuego. 14 Pasé
luego a la puerta de la Fuente y al estanque del Rey, pero no había lugar por
donde pasará la cabalgadura en que iba. 15 Subí de noche por el torrente y observé el muro, di
la vuelta y entré por la puerta del Valle, y regresé.
16 Los oficiales no sabían a
dónde yo había ido ni qué había hecho. Todavía no lo había declarado yo a los
judíos y sacerdotes, ni a los nobles y oficiales, ni a los demás que hacían la
obra. 17 Les
dije, pues:
—Vosotros
veis la difícil situación en que estamos: Jerusalén está en ruinas y sus
puertas consumidas por el fuego. Venid y reconstruyamos el muro de Jerusalén,
para que ya no seamos objeto de deshonra.
18 Entonces les declaré cómo la
mano de mi Dios había sido buena conmigo, y asimismo las palabras que el rey me
había dicho. Ellos respondieron: —¡Levantémonos y edifiquemos! Así esforzaron
sus manos para bien.
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