La solución
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Bendiciones,
Enio
Meditación
Diaria
LA MUERTE VINO DE ABAJO
**Leer Romanos 8:1-3
JUAN 5:24 “Ciertamente les aseguro que
el que oye mi palabra y cree al que me envió, tiene vida eterna y no será
juzgado, sino que ha pasado de la muerte a la vida.”
Los
seis jóvenes subieron al auto, alegres, despreocupados, chispeantes,
divertidos. Eran tres parejas de novios que celebraban su graduación. Subieron
al auto y emprendieron una loca carrera por los caminos del sur de Francia.
Pero
había demasiado alcohol en el cerebro del conductor. En una curva del camino el
auto se salió de la vía. Cayó en una acequia de tres metros de profundidad que
estaba llena de agua. El auto quedó encajonado en la acequia y les fue
imposible abrir las puertas. El agua comenzó a subir, y lentamente los cubrió a
todos.
Esos
últimos momentos fueron de horror. Los golpes sufridos por el accidente, junto
con la asfixia, cobraron seis vidas jóvenes al mismo tiempo. Los titulares de
los periódicos anunciaron: «Un auto lleno de jóvenes cae en una acequia y se
hunde en el agua. Fue imposible para los jóvenes abrir las puertas.»
¿A
qué podemos atribuir estas muertes? ¿A la insensatez juvenil? ¿A la necedad de
manejar a ciento sesenta kilómetros por hora en estado de embriaguez? ¿A la
fatalidad cruel y despiadada? ¿Al castigo de DIOS?
Muchas
conjeturas se pueden hacer sin llegar a nada, pero una cosa sí es cierta. La
muerte de esos seis jóvenes, tres parejas brillantes, simboliza la sociedad
actual, que se halla encajonada como el auto en la acequia.
Podemos
usar varias metáforas para describir la situación de nuestra sociedad. Podemos
hablar de un «callejón sin salida», o de una «vía a la muerta» o de un
«torrente irreversible». Pero siempre estaremos describiendo la misma
situación: una sociedad rumbo a la destrucción inexorable. La destrucción de la
familia es la prueba más evidente de ello.
¿Qué
podemos hacer?
El
primero de los doce pasos del grupo «Alcohólicos Anónimos» dice: «Reconocemos
que somos incapaces de vencer nuestro alcoholismo.» Mientras nos creemos
capaces de resolver solos nuestros fracasos, nunca saldremos del infortunio.
El
segundo de los pasos dice así: «Sólo un poder superior al nuestro podrá cambiar
nuestra condición.» Esa condición que nos tiene dominados es el pecado que
reina en nuestro corazón. Y el poder que puede rescatarnos es el poder de JESUCRISTO,
el Hijo de DIOS.
San
Pablo lo expresó de esta manera: «A la verdad, no me avergüenzo del Evangelio, pues es
poder de DIOS para la salvación de todos los que creen» (Romanos 1:16).
La única solución para la sociedad actual y para cada uno de
nosotros es reconocer nuestra condición y luego aceptar el amor de CRISTO.
OREMOS: Gracias a DIOS, porque tenemos
la solución: reconocer nuestra situación y aceptar, el amor de CRISTO. Gracias
porque está al alcance de todos.
Por CRISTO JESÚS, amén.
**Leer Romanos 8:1-3
1 Así pues, ahora ya no
hay ninguna condenación para los que están unidos a Cristo Jesús, 2 porque la ley del Espíritu que
da vida en Cristo Jesús, te liberó de la ley del pecado y de la muerte. 3 Porque DIOS ha hecho lo que la
ley de Moisés no pudo hacer, pues no era capaz de hacerlo debido a la debilidad
humana: DIOS envió a su propio Hijo en condición débil como la del hombre
pecador y como sacrificio por el pecado, para de esta manera condenar al pecado
en esa misma condición débil.
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