¿A quién me
llama DIOS a cuidar hoy?
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Bendiciones,
Enio
Meditación Diaria
UN
BUEN SAMARITANO
El Aposento
Alto
**Leer
Lucas 10:25-37 (RVC)
LUCAS 10:27
“El intérprete de la ley respondió:
—Amarás al Señor tu DIOS con todo tu corazón, con
toda tu alma,
con todas tus fuerzas y con toda tu mente;
y a tu prójimo como a
ti mismo. —” (RVR)
Cuando era niña disfrutaba pasar el tiempo con mi
padre en su taller de costura. Mientras trabajaba, él me relataba historias de
su niñez. Tuvo una infancia feliz en Armenia hasta que estalló la guerra en
1915. Debió huir de su casa y moverse continuamente, caminando de día y
ocultándose entre los árboles por la noche.
Un día, de camino, vio a un grupo de muchachos que
iban hacia él con la intención de agredirlo porque era armenio y cristiano. Mi
padre se tiró a una zanja, alzó los brazos y clamó: «¡Sálvame, Señor!». En la
desesperación, hizo señas a un auto que pasaba. El conductor se detuvo, lo hizo
entrar en el vehículo y le preguntó: «¿Hacia dónde te
diriges?». Mi padre le respondió tartamudeando: «A
ningún lado».
El hombre lo llevó a una posada y le dio ropa
limpia. Mi padre tomó un baño, comió una buena comida y esa noche durmió en la
posada. Al día siguiente fue a agradecer al hombre, pero se había ido. Había
pagado por la noche de alojamiento y dejado algo de dinero para él. ¿Quién era
este hombre? Mi padre jamás lo supo.
Este extraño practicó la parábola del
buen samaritano. Cuidó de mi padre. Todos
podemos aprender de la bondad que mostró y recordar que también tenemos la
capacidad de mostrar amor
y misericordia a los demás.
OREMOS:
DIOS MISERICORDIOSO,
gracias por cuidarnos de maneras inesperadas y mediante las personas que envías.
En el amor de CRISTO, amén.
Sra. Rebeca Boyadjian (Montevideo, Uruguay)
**Leer Lucas 10:25-37 (RVC)
EL
BUEN SAMARITANO
En ese momento, un intérprete de la ley se levantó y, para poner a
prueba a JESÚS, dijo: «Maestro, ¿qué debo hacer para heredar la vida
eterna?» JESÚS le dijo: «¿Qué es lo que está escrito en
la ley? ¿Qué lees allí?» El intérprete de la ley respondió: «Amarás al Señor tu DIOS con todo
tu corazón, con toda tu alma, con todas tus fuerzas y con toda tu mente, y
a tu prójimo como a ti mismo.» JESÚS le dijo: «Has contestado correctamente. Haz esto, y vivirás.»
Pero aquél, queriendo justificarse a sí mismo, le preguntó a JESÚS:
«¿Y quién es mi prójimo?» JESÚS le respondió: «Un hombre descendía de Jerusalén a Jericó, y
cayó en manos de unos ladrones, que le robaron todo lo que tenía y lo hirieron,
dejándolo casi muerto. Por el camino descendía un sacerdote, y aunque lo vio, siguió de
largo. Cerca de aquel lugar pasó también un levita, y
aunque lo vio, siguió de largo. Pero un samaritano, que iba de camino, se
acercó al hombre y, al verlo, se compadeció de él y le curó las heridas con aceite y vino, y se
las vendó; luego lo puso sobre su cabalgadura y lo llevó a una posada, y cuidó
de él. Al otro día, antes de partir, sacó dos monedas,
se las dio al dueño de la posada, y le dijo: “Cuídalo. Cuando yo regrese, te
pagaré todo lo que hayas gastado de más.” De estos tres, ¿cuál crees que fue el prójimo del que cayó en manos
de los ladrones?» Aquél respondió: «El que tuvo compasión de él.» Entonces JESÚS le
dijo: «Pues ve y haz tú lo mismo.»
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