Un día exitoso… de ti depende
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Bendiciones,
Enio
Meditación Diaria
**Lectura Bíblica
1ª TIMOTEO 2:2 “Vivamos quieta y reposadamente
en toda piedad y honestidad”.
Se cuenta que en un Reino lejano, un Príncipe
de la región Norte del país estaba por ser coronado Rey, pero de acuerdo con la
ley él debía casarse. Sabiendo esto, él decidió hacer una competencia entre las
muchachas de la corte para ver quién sería digna de su propuesta. Al día
siguiente, el príncipe anunció que recibiría, en una celebración especial, a
todas las pretendientes y lanzaría un desafío.
Una anciana que servía en el palacio hacía
muchos años, al escuchar los comentarios sobre los preparativos, sintió una
leve tristeza porque sabía que su joven nieta tenía un sentimiento profundo de
amor por el príncipe, pero pensaba que su nieta no estaría a la altura del
desafío. Al llegar a la casa y contar los hechos a la joven, se asombró al
saber que quería ir a la celebración.
Sin poder creerlo le preguntó: -“¿Hija mía, qué vas a hacer allá? Todas las muchachas más
bellas y ricas de la corte estarán allí. Sácate esa idea insensata de la
cabeza Sé que debes estar sufriendo,
pero no hagas que el sufrimiento se vuelva locura”-.
Y la nieta respondió: -“No,
querida abuelita, no estoy sufriendo y tampoco estoy loca. Todo parece indicar
que jamás seré escogida, pero es mi oportunidad de estar, por lo menos por
algunos momentos, cerca de mi amado príncipe. Eso me hará feliz”-.
Por la noche la joven llegó al palacio. Allí
estaban todas las muchachas más bellas, con las más bellas ropas y joyas, y con
las más determinadas intenciones. Entonces, finalmente, el Príncipe anunció el
desafío: -“Daré
a cada una de ustedes una semilla, aquella que me traiga la flor más bella dentro
de seis meses, será escogida como mi esposa y futura reina”-.
La propuesta del Príncipe seguía las
tradiciones de aquel pueblo, que valoraba mucho la especialidad de cultivar
algo, además de las costumbres, amistades, relaciones, etc. El tiempo pasó y la
dulce joven, no tenía mucha habilidad en las artes de la jardinería, pero
cuidaba con mucha paciencia y ternura de su semilla. Élla sabía que si la
belleza de la flor surgía como su amor, no tendría que preocuparse con el
resultado.
Pasaron tres meses y nada brotó. La joven
intentó todos los métodos que conocía pero nada había nacido. Día tras día veía
más lejos su sueño, pero su amor era más profundo. Por fin, pasaron los seis
meses y nada había brotado.
Consciente de su esfuerzo y dedicación la muchacha
le comunicó a su abuelita que, sin importar las circunstancias, élla regresaría
al palacio en la fecha y hora acordadas, sólo para estar una vez más cerca del
Príncipe. En la hora señalada estaba allí, con su vaso vacío. Todas las otras
pretendientes tenían una flor, cada una más bella que la otra, de las más
variadas formas, tamaños y colores.
Ella estaba admirada; nunca había visto una
escena tan bella. Finalmente, llegó el momento esperado y el príncipe observó a
cada una de las pretendientes con mucho cuidado y atención. Después de desfilar
todas, una a una, anunció su resultado. Aquella bella joven con su vaso vacío
sería su futura esposa.
Todos los presentes tuvieron las más
inesperadas reacciones. Nadie entendía por qué el Príncipe había escogido
justamente a aquella que no había cultivado nada.
Entonces, con calma el Príncipe explicó: -“Ésta señorita fue la
única que cultivó la flor que la hizo digna de convertirse en mi esposa y
reina: la flor de la honestidad. Todas las semillas que entregué eran estériles.”-.
Maravilloso relato, ¿no? En tiempos donde lo
importante parece ser los resultados, los logros, el éxito, lo visible,
cultivar el valor de la honestidad parece un valor perdido, el cual casi hemos
olvidado. Somos capaces de inventar los más variados argumentos para
excusarnos, para no decir “me equivoqué”, para “ser humildes y reconocer que otros tienen la razón”, o
para decir “no sé acerca de esto”.
Opinamos sobre todo, juzgamos a todos. La “viveza”, hoy en día comparada con la habilidad, se ha
convertido en un nuevo valor, encubriendo la mentira, el engaño, la falta de
honestidad para con nosotros mismos y los demás. La verdad, la sinceridad, la
humildad… no son virtudes que aparezcan en las tiras cómicas para niños, ni en
las publicidades para adultos. Nuestra sociedad ha confundido el significado de
la palabra ÉXITO.
Procuremos que todo sea honesto, ante DIOS y
los hombres (2ª Corintios 8:21), pongamos nuestro corazón sólo en lo que es verdadero, noble, justo y
limpio (Filipenses 4:8), construyamos un ambiente de honestidad, no en busca de ganancias
materiales, sino buscando el Reino de DIOS que es verdad, amor y justicia en
todas nuestras relaciones y actitudes (Mateo 6:33).
Si he terminado mi día siendo leal a mí mismo,
sin traicionar mis creencias, mis sentimientos y principalmente apegándome en
obediencia a los principios expuestos por DIOS en Su Palabra... ese día ha sido
uno de éxito. Hoy puedes hacer de éste, un día exitoso…
De ti depende.
OREMOS: Mi DIOS. Ayúdame en este día para que
en todos mis actos sea honesto y leal, justo y limpio, fiel a TUS principios y
agradándote permanentemente. Gracias
SEÑOR. Que todo lo que haga
sea para TU gloria. Por CRISTO JESÚS, amén.
**Lectura Bíblica
2ª Corintios 8:21 “procurando hacer las cosas
honradamente, no solo delante del SEÑOR sino también delante de los hombres”
Filipenses 4:8
“Por lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo
lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre; si hay
virtud alguna, si algo digno de alabanza, en esto pensad”
Mateo 6:33
“Buscad primeramente el reino de DIOS y su justicia, y todas estas cosas
os serán añadidas”
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