Oh DIOS, Te quiero
conocer…
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meditación.
Bendiciones,
Enio
Meditación Diaria
LA
CONSAGRACIÓN DE DAVID
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HECHOS 13:22 “Más tarde,
Dios quitó de su puesto a Saúl,
y les dio por
rey a David, de quien dijo:
“He encontrado
que David, hijo de Jesé, es un hombre que me agrada y que está dispuesto a
hacer todo lo que yo quiero.”
El
salmista y rey David entendieron esta verdad, la cual lo fortalecía en tiempos
de dificultades. Cuando su hijo Absalón trató de apoderarse del trono, David huyó
al desierto, donde escribió estas palabras: “Mas tú,
Jehová, eres escudo alrededor de mí ... No temeré a diez millares de gente, que
pusieren sitio contra mí” (Salmo 3:3,6)**. ÉL sabía que, aún en esa terrible
adversidad, podía contar con la misericordia inagotable del Señor que se
derramaba sobre él (Salmo 3:8)**.
En
todos los salmos de David, vemos una y otra vez el hambre y la sed que tenía de
DIOS. Era esa pasión —no su fuerza, su carisma o su habilidad para comandar un
ejército— lo que hizo de David un gran hombre. Y a pesar de que pecó
gravemente, la Biblia lo describe como un hombre conforme al corazón de DIOS: “Más tarde, Dios quitó de su puesto a Saúl, y les dio por rey
a David, de quien dijo: “He encontrado que David, hijo de Jesé, es un hombre
que me agrada y que está dispuesto a hacer todo lo que yo quiero.” (Hechos 13:22).
No
basta con leer la Biblia, servir en la iglesia y diezmar para la obra de DIOS.
ÉL quiere que lo conozcamos personalmente. Si bien las expresiones de nuestra
consagración a DIOS son importantes, éllas deben ser el resultado de una
relación con ÉL. Si primero buscamos conocerlo, lo demás vendrá después.
ORACIÓN: Ayúdame Señor a conocerte y
comprenderte mejor,
a ser Tu amigo y cumplir Tu voluntad.
Te lo pido en el nombre de Cristo, amén.
**Salmo
3 - Oración pidiendo la
ayuda del Señor
(1) Salmo de David, cuando huía de su hijo Absalón.
(2) Señor, muchos son mis enemigos, muchos son los que se han
puesto en contra mía, 2 (3) ¡muchos son los que dicen de mí: «Dios no va a salvarlo»! 3 (4) Pero tú,
Señor, eres mi escudo protector, eres mi
gloria, eres quien me reanima.
4 (5) A gritos
pido ayuda al Señor y él me contesta desde su monte santo. 5 (6) Me
acuesto y duermo, y vuelvo a despertar, porque el Señor me da su apoyo. 6 (7) No me
asusta ese enorme ejército que me rodea dispuesto a atacarme.
7 (8) ¡Levántate,
Señor! ¡Sálvame, Dios mío! Tú golpearás en la cara a mis enemigos; ¡les
romperás los dientes a los malvados! 8 (9) Tú, Señor, eres quien salva; ¡bendice, pues, a tu pueblo!
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