Cada paso que
damos…
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meditación.
Bendiciones,
Enio
Meditación Diaria –
UN TERCER OJO
HEBREOS 12:2 “Fijemos la mirada en Jesús, el iniciador y perfeccionador de nuestra
fe, quien por el gozo que le esperaba, soportó la cruz, menospreciando la
vergüenza que ella significaba, y ahora está sentado a la derecha del trono de
DIOS.”
¿De qué te serviría un tercer ojo?
Seguramente que tienes algunas respuestas. Entre ellas, un ojo detrás de la
cabeza podría ser muy útil pues no tendrías que mirar por el espejo retrovisor
cuando conduces. Pensar en tener un tercer ojo suena bastante extraño, pero
existe una criatura que lo tiene. Se encuentra rondando por los cañones rocosos
del sudoeste de los Estados Unidos y el norte de México. Es la lagartija de
Yarrow, y tiene un tercer ojo justo encima de la cabeza.
Dos biólogos de New York’s City
College, estudiaron estos inusuales animalitos durante un tiempo para averiguar
qué función desempeña el ojo adicional. Descubrieron que la visión en el tercer
ojo es desenfocada, pero detecta la luz solar y ayuda al animal a encontrar el
camino a casa. Cuando los científicos les tapaban el tercer ojo, las lagartijas
deambulaban sin rumbo; cuando se lo destapaban, iban derecho a sus nidos.
Tú y yo no tenemos un tercer ojo en la
cabeza, pero en Hebreos 12 se nos dice que mantengamos los ojos puestos en el
Hijo de DIOS y sigamos su ejemplo (vv.1-3). Así no nos perderemos en el
desaliento ni cederemos ante el pecado (vv.3,4).
En tiempos del Antiguo Testamento, el
profeta Isaías exhortaba al pueblo de Israel a buscar dirección en DIOS, no en
los espiritistas ni en los encantadores (Isaías 8:19,20). Buscar dirección en
la vida en alguna otra parte y cerrar los ojos al Señor conduciría solamente a
deambular sin rumbo y a la ruina. En términos prácticos, mantener los ojos en
el Señor significa que Le damos nuestra constante atención.
Para vivir con eficiencia esta vida,
debemos fijar nuestros ojos en Cristo; en caso contrario, titubearemos y
tropezaremos al apartar nuestra mirada de ÉL y al contemplar las circunstancias
que nos rodean. Cada paso que damos en la vida debe ser puesto con los ojos en
Jesús, despojándonos de todo peso o carga alrededor, ya que ÉL sufrió y murió
por nosotros y no sólo eso, sino que también llevó nuestras cargas en la cruz
haciéndonos libres de ellas y donde su sacrificio hecho por amor se constituye
en el precio de nuestra salvación.
Cuando vivamos momentos difíciles como
consecuencia de nuestros actos, sigamos adelante mirando al Señor, sin
desfallecer, y aceptando además la corrección de nuestro Padre, sabiendo que el
Padre que ama a su hijo lo corrige. Corramos participando en la carrera de
Cristo, no en la nuestra, fijando nuestra mirada en El.
¿Están tus ojos fijos en Cristo?
ORACIÓN: Padre Santo,
reconozco y confieso delante de Ti, que soy totalmente incapaz de correr mi
carrera con éxito, si no es con el poder y la dirección de Tu Santo Espíritu.
Por favor capacítame para mantener mis ojos fijos en Jesús, imitándolo en todo
y haciéndolo el Señor de mi vida. Cuando lleguen las dificultades, ayúdame a no
fijar mis ojos en ellas sino a ponerlos en Jesús, teniendo la seguridad que me
ayudará a enfrentar el tiempo de aflicción. En Su bendito nombre te lo pido, amén.
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