ÉL me creó…
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meditación.
Bendiciones,
Enio
Meditación Diaria
¿CUÁNTO VALES?
ISAÍAS
43:4 “Porque te amo y eres ante mis ojos
precioso y digno de honra”
El sonido del vidrio y de la madera al
romperse, sacó de repente a David de su profundo sueño. Cuando sus ojos se
aclararon, se dio cuenta de que un auto había penetrado en su habitación al
chocar contra la pared. David y su hermano temblaban de miedo cuando un hombre
salió de un salto del auto y les informó que los iba a matar a ellos y a su
madre. Los muchachos se pusieron de pie de inmediato y el hombre de la pistola
se acercó a David de prisa, quien temblaba de pies a cabeza. El intruso apuntó
su pistola cargada en la frente de David y le dijo burlonamente: «¡No vales
nada!»
El hombre era el papá de David. El
muchacho era David Meece, quien luego llegó a ser un músico cristiano de
renombre mundial. David recuerda lo que sucedió después de que su papá, quien
consumía alcohol y muchas drogas, por poco lo mata. Las palabras que su padre
pronunció lo hirieron tanto, que casi ni le importaba si su papá apretaba el
gatillo. DIOS intervino ese día, y David no perdió la vida. No volvió a ver a
su padre vivo, pero aquellas terribles palabras se quedaron con él como una
grabación tocando en su cabeza: “No vales nada”.
David dio conciertos ante miles de
fanáticos entusiastas; pero se decía: «¡No vales nada!». David escribió éxito
musical tras éxito musical; y su mente le repetía: «¡No vales nada!». David se
veía en el espejo; sus ojos expresaban: «¡No vales nada!»
Le tomó mucho tiempo darse cuenta de
que su padre terrenal estaba equivocado, y que su Padre Celestial lo amaba y lo
valoraba mucho. David llegó a entender plenamente lo que Pablo escribió: «De modo que si
alguno está en Cristo, nueva criatura es: las cosas viejas pasaron; todas son
hechas nuevas» (2 Corintios 5:17). Finalmente comprendió que era una
creación especial de DIOS. Se acabó lo de «¡No vales nada!» Tenía una nueva
esperanza y un futuro brillante. A medida que pasaron los años, David pudo
perdonar a su padre en su corazón (su papá murió muchos años antes) y DIOS lo
ha sanado de una manera asombrosa.
En nuestra sociedad está muy arraigado
el siguiente concepto: “Dime cuánto tienes y te diré cuanto vales”; para muchos
el valor de las personas está en sus recursos económicos. Este concepto,
influencia a muchos, creando así pocos valiosos y muchos sin valor. Si pensamos
en el valor de algún objeto preciado y si podemos darnos cuenta del valor que
tiene, éste será reflejado en su precio, dejando en claro que lo que vale
mucho, tiene un precio muy alto. Pero el valor de la vida humana no puede
compararse a ninguna otra cosa en el mundo.
DIOS estableció nuestro valor cuando
nos creó; ÉL nos hizo a cada uno único y lo honramos cuando aceptamos nuestra
singularidad. DIOS nos creó con la variedad que necesitamos para cumplir el
propósito designado para cada uno. La Palabra de DIOS nos dice en Juan 3:16 “De tal manera, amó
DIOS al mundo que ha dado a su único Hijo, para que todo aquel que en El crea,
no se pierda mas tenga vida eterna.” DIOS pagó un precio muy alto, entregando a su
propio Hijo por nosotros, precio de sangre; y esto nos debe llevar a pensar que
el valor que nosotros tenemos para DIOS es muy alto. Este es el real valor de
nuestras vidas, y debería ser sólo este concepto el que nos influencie.
¿Y tú? ¿Sientes que no vales nada? Si
es así, éste es el tiempo de acercarte a DIOS. En nuestras inseguridades ÉL
quiere mostrarnos el camino a seguir, dándonos las respuestas que necesitamos a
todas nuestras preguntas. No hay necesidad de que nos sintamos incompetentes al
lado de nadie cuando tenemos una relación íntima con Aquel que nos creó.
Independientemente de lo que alguien te
haya dicho, Aquel que cuenta —DIOS— te ve como una hermosa nueva creación y
seguirá moldeándote para sus buenos propósitos. ÉL se deleita en ti porque te
ama. ¡Tú vales mucho!
«EL QUE SE POSTRA ANTE DIOS,
PUEDE ESTAR DE PIE ANTE CUALQUIERA».
ORACIÓN:
Gracias Señor por las bendiciones que diariamente
de me das. La vida, la salud, el trabajo, el amor de mi familia, el cariño de
mis amistades, etc., etc. Todo viene de Ti, Señor y en Tú me enseñas el camino
a seguir. Gracias por las muestras de Tu amor. En el nombre de Cristo, amén.
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