Mi desconfianza y preocupación.
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Bendiciones,
Enio
Meditación
Diaria
EL
PAQUETE DE GALLETAS
Reflexiones – Renuevo de Plenitud
MATEO 6:34 “Así que, no os angustiéis por
el día de mañana…”
Cuando aquella tarde llegó a
la vieja estación le informaron que el tren en el que élla viajaría se
retrasaría aproximadamente una hora.
La elegante señora, un poco
fastidiada, compró una revista, un paquete de galletas y una botella de agua
para pasar el tiempo.
Buscó un banco en el andén
central y se sentó preparada para la espera. Mientras hojeaba su revista, un
joven se sentó a su lado y comenzó a leer un diario.
Imprevistamente, la señora
observó como aquel muchacho, sin decir una sola palabra, estiraba la mano,
agarraba el paquete de galletas, lo abría y comenzaba a comerlas, una a una,
despreocupadamente.
La mujer se molestó por
ésto, no quería ser grosera, pero tampoco dejar pasar aquella situación o hacer
de cuenta que nada había pasado; así que, con un gesto exagerado, tomó el
paquete y sacó una galleta, la exhibió frente al joven y se la comió mirándolo
fijamente a los ojos.
Como respuesta, el joven
tomó otra galleta y mirándola la puso en su boca y sonrió. La señora ya
enojada, tomó una nueva galleta y con ostensibles señales de fastidio, volvió a
comer otra, manteniendo de nuevo la mirada en el muchacho. El diálogo de
miradas y sonrisas continuó entre galleta y galleta. La señora cada vez más
irritada, y el muchacho cada vez más sonriente.
Finalmente, la señora se dio
cuenta de que en el paquete sólo quedaba la última galleta.“No podrá ser tan
descarado”, pensó mientras miraba alternativamente al joven y al paquete de
galletas. Con calma el joven alargó la mano, tomó la última galleta, y con mucha
suavidad, la partió exactamente por la mitad. Así, con un gesto amoroso,
ofreció la mitad de la última galleta a su compañera de banco.
– ¡Gracias! – Dijo la mujer
tomando con rudeza aquella mitad.
– De nada. – Contestó el
joven sonriendo suavemente mientras comía su mitad. Entonces el tren anunció su
partida…
La señora se levantó furiosa
del banco y subió a su vagón.
Al arrancar, desde la ventanilla de su asiento vio al muchacho todavía sentado en el andén y pensó: “¡Que insolente, qué mal educado, qué ser de nuestro mundo!”
Al arrancar, desde la ventanilla de su asiento vio al muchacho todavía sentado en el andén y pensó: “¡Que insolente, qué mal educado, qué ser de nuestro mundo!”
Sin dejar de mirar con
resentimiento al joven, sintió la boca reseca por el disgusto que aquella
situación le había provocado. Abrió su bolso para sacar la botella de agua y se
quedó totalmente sorprendida cuando encontró, dentro de su cartera, su paquete
de galletas INTACTO.
Cuántas veces nuestros prejuicios, nuestras decisiones apresuradas nos
hacen valorar erróneamente a las personas y cometer las peores equivocaciones.
Cuántas veces la desconfianza, ya instalada en nosotros, hace que juzguemos, injustamente a personas y situaciones, y sin tener aún el por qué, las encasillamos en ideas preconcebidas, muchas veces tan alejadas de la realidad que se presenta.
Cuántas veces la desconfianza, ya instalada en nosotros, hace que juzguemos, injustamente a personas y situaciones, y sin tener aún el por qué, las encasillamos en ideas preconcebidas, muchas veces tan alejadas de la realidad que se presenta.
Así, por no utilizar nuestra capacidad de autocrítica y de observación,
perdemos la gracia natural de compartir y enfrentar situaciones, haciendo
crecer en nosotros la desconfianza y la preocupación.
Nos inquietamos por acontecimientos que no son reales, que quizás nunca
lleguemos a contemplar, y nos atormentamos con problemas que tal vez nunca
ocurrirán.
ORACIÓN: Padre Celestial, quita de
mi la desconfianza y la preocupación. Ayúdame a superar este problema. En el
nombre de Cristo, amén.
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