Una reacción
negativa.
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Bendiciones,
Enio
Meditación Diaria
LA VENGANZA
SALMOS 28:4 “Págales conforme a sus obras, conforme a sus malas acciones. Págales
conforme a las obras de sus manos; ¡dales su merecido!”
Cuando somos objeto de burla, agravio o
desprecio, nuestra naturaleza pecaminosa reacciona con orgullo y con deseos de
venganza. La necesidad de tomar la ley en nuestra manos y dar una respuesta
contundente a quien nos ha agredido parece asumir control de nosotros y
terminamos actuando de maneras que no nos convienen.
Nuestro común enemigo sabe muy bien lo
que es capaz de hacer alguien que se deja controlar por sus pasiones y su
naturaleza pecaminosa. De ahí que otra de las armas que utiliza en contra de
nosotros es la provocación. Nosotros mismos, si no somos cuidadosos podemos ser
utilizados por el enemigo para provocar una reacción negativa hasta con
nuestros seres más queridos.
Cuántas veces no hemos dicho una
palabra que debíamos haber callado o hemos expresado un comentario
aparentemente inocente pero cargado de crítica destructiva. Cuántas veces hemos
sido víctimas de la amargura y hemos replicado con palabras de odio y
violencia. Esta puede ser una conducta muy natural del ser humano, después de
todo poseemos una naturaleza pecaminosa. Sin embargo, el hecho de que sea una
conducta natural no la hace moralmente válida, pues atenta contra un principio
básico de la ley de DIOS, el cual es amar a nuestro prójimo como a nosotros
mismos.
DIOS ha dicho a su pueblo con relación
a nuestros enemigos: «Mía es la venganza; yo pagaré. A su debido tiempo, su pie
resbalará. Se apresura su desastre, y el día del juicio se avecina.»
El salmista al entender el mensaje de DIOS respondió: «Señor, DIOS de las venganzas; DIOS de las
venganzas, ¡manifiéstate! Levántate, Juez de la tierra, y dales su merecido a
los soberbios.»
El apóstol Pablo nos exhorta: «No tomen venganza,
hermanos míos, sino dejen el castigo en las manos de DIOS.» Como
podemos observar, no tenemos ningún papel que desempeñar en este proceso de
venganza, puesto que DIOS mismo se encargará de todo.
Cuando una prueba como la traición
llega a nuestra vida, eso nos acercará a DIOS y nos forzará a orar aun más. La
rueda que rechina es la que necesita más aceite, dice un refrán. Así, DIOS
estará más cerca del que gime. Entrega a tus enemigos a DIOS. No los odies ni
los persigas para vengarte, déjale esa tarea a DIOS; recuerda que la venganza sólo
le pertenece al Señor , y ÉL sabe - mejor que nosotros – cómo tratar a los que
han traicionado a sus hijos.
No vayamos por el mundo odiando a
quienes nos han hecho mal, no contaminemos nuestra alma con pensamientos de
venganza. Confiemos en DIOS, y El hará.
ORACIÓN:
Padre Celestial. No permitas que reaccione negativamente ante una ofensa.
Ayúdame a dejar todo ante tus pies y dejo que el castigo venga de Ti, Señor. Te
lo pido en el nombre de Jesucristo, amén.
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