Nunca
estamos sólos.
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Bendiciones,
Enio
Meditación Diaria
ALIENTO DIVINO EN MOMENTOS DIFÍCILES
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JUECES 7:8-9 "8 Habiendo tomado provisiones para el
pueblo, y sus trompetas, envió a todos los israelitas cada uno a su tienda, y
retuvo a aquellos trescientos hombres. El campamento de Madián le quedaba
abajo, en el valle. 9 Aconteció que aquella noche Jehová le
dijo: «Levántate y desciende al campamento, porque yo lo he entregado en tus
manos."
Ayer leímos la manera como
DIOS redujo el ejército de Gedeón, de 32.000 a solo 300 hombres, antes de una
importante batalla. Hoy veremos lo que pasó después.
Gedeón, sin duda, se sentía
ansioso. Iba a atacar a un campamento enemigo de más de 130.000 soldados con
solo un puñado de hombres. Pero en este aterrador momento, DIOS le dio a Gedeón
lo que más necesitaba: aliento.
DIOS despertó a Gedeón en
medio de la noche, y lo puso en un lugar estratégico para que oyera a un
soldado enemigo contar un sueño terrible —¡una visión de la victoria de los
israelitas! Esta increíble circunstancia le aseguró a Gedeón que el Señor
estaba actuando en su difícil situación. DIOS utilizó ese incidente para
demostrar su sensibilidad ante el temor de un hombre.
Piense en cuán poderosas son
las palabras de aliento de un amigo. Son como una bendición inesperada que nos
cae del cielo justamente en el momento más difícil. No se trata de un
“afortunado accidente”, sino de palabras preciosas creadoras de confianza,
venidas de parte de DIOS.
El desafío que tenemos es
sencillamente recordar las veces que nuestro amoroso Padre celestial nos dio
aliento en el pasado. Confiando en la evidencia de su fidelidad, podemos enfrentar
el futuro con valentía, sabiendo que no estamos solos.
Como habitantes de un mundo
caído, a veces enfrentaremos angustias, temores y obstáculos al parecer
insuperables. Pero, como hijos de DIOS, salvados por Jesucristo y seguros en ÉL,
nunca estamos más allá del aliento que nos da el Señor.
ORACIÓN:
Gracias Señor porque a través de Tu Palabra nos enseñas que no estamos sólos y
que Tú nos das aliento para superar mis problemas y dificultades y seguir
adelante. Gracias Señor. En el nombre de Cristo, amén.
8 Habiendo tomado provisiones para el
pueblo, y sus trompetas, envió a todos los israelitas cada uno a su tienda, y
retuvo a aquellos trescientos hombres. El campamento de Madián le quedaba
abajo, en el valle.
9 Aconteció que aquella noche Jehová le
dijo: «Levántate y desciende al campamento, porque yo lo he entregado en tus
manos. 10 Si tienes temor de descender, baja al
campamento con tu criado Fura, 11 y oirás lo que hablan. Entonces te
animarás y descenderás a atacarlos.»
Gedeón descendió con su criado Fura
hasta los puestos avanzados de la gente armada que estaba en el campamento. 12 Los madianitas, los amalecitas y los
hijos del oriente se habían esparcido por el valle como una plaga de langostas,
y sus camellos eran innumerables como la arena que se acumula a la orilla del
mar.
13 En el momento en que llegó Gedeón, un
hombre contaba un sueño a su compañero, diciendo: —He tenido un sueño: Veía un
pan de cebada que rodaba hasta el campamento de Madián. Llegó a la tienda y la
golpeó de tal manera que cayó; la trastornó de arriba abajo y la tienda cayó.
14 Su compañero respondió: —Esto no representa
otra cosa sino la espada de Gedeón hijo de Joás, varón de Israel. Dios ha
entregado en sus manos a los madianitas con todo el campamento.
15 Cuando Gedeón oyó el relato del sueño
y su interpretación, adoró. Después volvió al campamento de Israel y dijo: «Levantaos,
porque Jehová ha entregado el campamento de Madián en vuestras manos.»
16 Y repartiendo los trescientos hombres
en tres escuadrones, puso trompetas en manos de todos ellos, y cántaros vacíos
con antorchas ardiendo dentro de los cántaros, 17 y entonces les dijo: «Miradme a mí y
haced como hago yo; cuando yo llegue al extremo del campamento, haréis vosotros
como hago yo. 18 Tocaré la trompeta, y también todos
los que estarán conmigo; entonces vosotros tocaréis las trompetas alrededor de
todo el campamento, gritando: “¡Por Jehová y por Gedeón!”»
19 Llegaron, pues, Gedeón y los cien
hombres que éste llevaba consigo, al extremo del campamento, cuando acababan de
renovar los centinelas de la guardia de la medianoche. Tocaron entonces las
trompetas y quebraron los cántaros que llevaban en sus manos. 20 Los tres escuadrones tocaron las
trompetas y, quebrando los cántaros, tomaron con la mano izquierda las
antorchas y con la derecha las trompetas que tocaban, y gritaron: —¡Por la
espada de Jehová y de Gedeón!
21 Los israelitas se mantuvieron firmes
cada uno en su puesto alrededor del campamento, y todo el ejército madianita
echó a correr dando gritos y huyendo. 22 Mientras los trescientos tocaban las
trompetas, Jehová puso la espada de cada uno contra su compañero en todo el
campamento. Y el ejército huyó hasta Bet-sita, en dirección de Zerera, hasta la
frontera de Abel-mehola, en Tabat.
23 Se reunieron entonces los de Israel,
de Neftalí, de Aser y de todo Manasés, y persiguieron a los madianitas.
24 Gedeón también envió mensajeros por
todo el monte de Efraín, que decían: «Descended al encuentro de los madianitas;
tomad los vados de Bet-bara y del Jordán antes que ellos lleguen.»
Unidos, todos los hombres de Efraín
tomaron los vados de Bet-bara y del Jordán. 25 Capturaron a dos príncipes de los
madianitas, Oreb y Zeeb; mataron a Oreb en la peña de Oreb, y a Zeeb lo mataron
en el lagar de Zeeb. Después que persiguieron a los madianitas, trajeron las
cabezas de Oreb y de Zeeb a Gedeón, que estaba al otro lado del Jordán.
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