No te dejes tentar.
2ª SAMUEL 11:1-5 “David y Betsabé.
Llegó la primavera, que era cuando los reyes salían a la guerra. Ese año David envió a Joab y a los jefes de su ejército a pelear contra los amonitas, pero él se quedó en Jerusalén. Y Joab y todos sus hombres vencieron a los amonitas y conquistaron la ciudad de Rabá.
2 Una tarde, después de haber descansado un poco, David se levantó y comenzó a pasear por la azotea de su palacio. De pronto, vio que una mujer muy hermosa se estaba bañando. 3 David mandó enseguida a uno de sus sirvientes a preguntar quién era ella. El sirviente volvió y le dijo que se llamaba Betsabé, hija de Eliam, y que estaba casada con un hitita llamado Urías.
4 Entonces David mandó a traerla, y cuando se la llevaron, tuvo relaciones sexuales con ella. Luego ella regresó a su casa, pues apenas había tenido su período de menstruación, y estaba cumpliendo con los ritos de purificación.
Aunque las tentaciones se presentan en diversas formas, ellas siguen un patrón similar. El pecado de David es un buen ejemplo. Su ojo miró, su mente deseó y su voluntad actuó. La resistencia es difícil en el mejor de los casos, pero es aún más difícil durante los períodos de ira, vacío, ociosidad o aislamiento, y ese fue el caso de David, que debería haber estado en la batalla en vez de estar en Jerusalén: “Llegó la primavera, que era cuando los reyes salían a la guerra. Ese año David envió a Joab y a los jefes de su ejército a pelear contra los amonitas, pero él se quedó en Jerusalén. Y Joab y todos sus hombres vencieron a los amonitas y conquistaron la ciudad de Rabá.“ (2ª Samuel 11:1). A fin de cuentas, no importa cuál sea la causa de nuestra vulnerabilidad, cada persona es responsable de sus propias acciones.
En momentos de debilidad, no te dejes llevar por el hambre, el enojo, la soledad o el cansancio. Lo más importante es que fijes tu atención en el SEÑOR y obtengas fuerzas de ÉL por medio de la oración. Utiliza la Palabra de DIOS para proteger tu mente, y el SEÑOR te dará la victoria sobre la tentación.
OREMOS: Gracias PADRE Celestial por Tú presencia y ayuda cada vez que me siento tentado. Tu Palabra y la oración me ayudan a superarlas. En el nombre de CRISTO, amén.
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