El plan de DIOS
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Bendiciones,
Enio
Meditación Diaria
EL DON
DE LA VIDA
SALMO
71:5, 9 y 18 “Tú, Soberano Señor,
has sido mi esperanza; en ti he confiado desde mi juventud. No me rechaces
cuando llegue a viejo; no me abandones cuando me falten las fuerzas. Aún cuando
sea yo anciano y peine canas, no me abandones, oh DIOS, hasta que anuncie tu
poder a la generación venidera, y dé a conocer tus proezas
a
los que aún no han nacido."
La
velocidad con que transcurre el tiempo delante de nuestros ojos es relativa. A
veces nos parece que las cosas que esperamos se tardan mucho en llegar. En
otras ocasiones los eventos se suceden con tanta rapidez que apenas si tenemos
oportunidad para reaccionar adecuadamente.
Cuando
somos niños todo se tarda, especialmente la llegada de las vacaciones
escolares. A medida que avanzamos en edad el paso del tiempo comienza a
acelerarse y los años transcurren con tal rapidez que no lo podemos creer. Para
completar, nuestra pecaminosa naturaleza se comporta de tal manera que nosotros
mismos nos acarreamos cargas y calamidades.
Todo ésto
que a nuestros propios ojos nos parece ser una larga vida, lenta o rápida según
sea el caso, a los ojos de DIOS es diminutamente inmensurable.
Todos
aquellos que creemos en CRISTO como nuestro Salvador, estamos confiados en
enfrentar la última etapa de nuestras vidas con valentía y serenidad, pues no
le tememos a la muerte porque en JESÚS hemos hallado la vida eterna.
Quizá
las enfermedades y los dolores tratarán de abatirnos, las adversidad y pruebas
de desanimarnos, pero la fe inquebrantable en el DIOS de nuestra juventud"
nos mantendrá en pié porque sabemos que iremos camino a las moradas eternas
para estar con ÉL para siempre.
Aprendamos
a valorar cada instante de nuestra vida. Apreciemos el don de la vida que nos
ha dado nuestro CREADOR. Aprovechemos cada instante para acercarnos y
mantenernos junto a JESUCRISTO, nuestro Salvador. No desperdiciemos un solo momento
y trabajemos por el Reino de DIOS y SU justicia.
Estamos
en el mundo para cumplir con el plan que DIOS mismo tiene sobre nosotros desde
la eternidad que abarca la manifestación de SU gloria y la consecución de
nuestra felicidad; ésta se concreta, de nuestra parte, en tener fe en ÉL, en
buscar conocerlo siempre más y mejor, en amarlo sobre todas las cosas y cumplir
con SU divina voluntad.
De esta
manera, nuestra vida, corta o larga, será de gran provecho y satisfacción,
tanto para DIOS como para aquellos que nos rodean.
OREMOS: SEÑOR, porque TÚ lo has querido, he
podido caminar hasta el día de hoy. Altos y bajos han habido durante estos
largos años, pero TU presencia amorosa jamás se ha apartado de mí a pesar de
mis tantas infidelidades y soberbias. Los años que tengo son una de las
bendiciones con las que has colmado mi paso por este mundo. Te agradezco todo
el bien que gracias a TÍ he podido hacer y perdóname por todo el daño causado y
el no haber hecho siempre TU Santa voluntad. Dame las fuerzas necesarias para
permanecer fielmente unida a TÍ, porque sin TÍ nada puedo hacer. Pongo en TUS
manos mi vida. En el nombre de JESÚS, amén.
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