La deriva espiritual se produce cuando dejamos de dirigirse al Señor.
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Bendiciones,
Enio
Meditación Diaria
LAS CONSECUENCIAS
DE QUEDARSE A LA DERIVA
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HEBREOS 3:12-13 “Hermanos,
cuídense de que ninguno de ustedes tenga un corazón tan malo e incrédulo que se
aparte del Dios viviente. Al contrario, anímense unos a otros
cada día, mientras dura ese «hoy» de que habla la Escritura, para que ninguno
de ustedes sea engañado por el pecado y su corazón se vuelva rebelde.” (DHH)
La deriva espiritual, el
alejamiento gradual de DIOS y de Su voluntad, se produce cuando un creyente
deja de dirigirse al SEÑOR. Como un bote sin remos sobre las aguas, el
cristiano se desliza y aleja de manera lenta e indiferente del estudio regular
de la Biblia, la oración y la reunión con otros cristianos. Lo cual trae como
consecuencias el deslizarse en aguas inexploradas y peligrosas.
Una vida descarriada está fuera
de la voluntad de DIOS y, por tanto, en pecado. El ESPÍRITU SANTO aguijonea la
conciencia para enviar un mensaje al creyente que se ha descarriado, aunque esa
persona sea propensa a ignorar tales advertencias. Si un cristiano justifica
una y otra vez su desvío y niega el pecado, su conciencia se adormece poco a
poco. Una persona que se vuelve insensible al pecado, prepara el terreno para
una conducta aún más pecaminosa y con menos sentimiento de culpa.
A medida que la conciencia del
creyente se desvía se anestesia más y más, sus oídos espirituales se
insensibilizan y la verdad no puede penetrar, pues le ha abierto las puertas a
actitudes y filosofías erróneas. Peor aún, su corazón se endurece a las cosas
de DIOS. Al alejarse de los testimonios del poder, la gracia y la misericordia
divina, evade situaciones que pudieran despertar la conciencia y mover su
espíritu hacia el arrepentimiento.
Las personas se alejan de DIOS en busca de más — más libertad, más opciones y más placer. Pero dado que las
consecuencias son un corazón endurecido, una conciencia adormecida y oídos
muertos, acaban con menos. El creyente a la deriva sacrifica la vida victoriosa
en CRISTO por una existencia carente de satisfacción permanente.
OREMOS: PADRE CELESTIAL, líbrame de caer en la tentación
de no escucharte, de endurecer mi corazón, de tener mi conciencia adormecida y
mis oídos muertos a TU llamado.
Te lo pido en el amor de nuestro Señor JESUCRISTO, amén.
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