miércoles, octubre 19, 2016

ROBAR SU PROPIO BANCO

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Bendiciones,
Enio
Meditación Diaria
ROBAR SU PROPIO BANCO
LUCAS 9:25 “Pues ¿qué aprovecha al hombre, si gana todo el mundo, y se destruye o se pierde a sí mismo?”
         Iba a ser el asalto perfecto, un asalto que no podría fallar, que no dejaría ninguna pista, y que produciría al asaltante una cuantiosa suma. El disfraz del asaltante, también era perfecto: anteojos negros, peluca de color diferente, y nariz arreglada por un experto en maquillajes de teatro.
         Así disfrazado, Wong Hoi Wan, de cincuenta y ocho años de edad, de Hong Kong, decidió asaltar un banco de su ciudad; sólo que había algo peculiar en este plan: Hoi Wan era el presidente de este banco.
         No se sabe si por el calor o por los nervios, la nariz se le desprendió, y por si éso fuera poco, su enorme figura de 135 kilos de peso ya lo había denunciado a los guardias.
         El titular en los diarios era interesante: «INTENTÓ ROBAR SU PROPIO BANCO».  Pero, ¿qué significa robar su propio banco?  Es alzarse con el dinero que clientes desprevenidos, con toda confianza, han depositado en él.  Es levantar una suma incalculable de dinero sin pensar en las consecuencias.  Es arruinar honra, familia y porvenir. De ahí que Wong Hoi Wan tuviera que rendirle cuentas a la policía, al juez y a sus depositantes, expiando tras las rejas su maldad.
         Si bien en esta vida pocos han de robar su propio banco literalmente, muchos lo han de hacer en sentido figurado.
         Pues robar su propio banco también es minar el prestigio que uno, con paciencia y cuidado, ha ido adquiriendo. Es derribar, por descuidos éticos, la posición que algunos, en el mundo de los negocios, han ganado. Es destruir, por infidelidad conyugal, lo más hermoso y preciado que en este mundo existe: su matrimonio. Y junto con la destrucción de su matrimonio quedan, también, destruidos sus hijos, sus nietos y el resto de la familia.  
         Robar su propio banco es agredirse uno mismo con el uso de drogas, alcohol y otros vicios, destruyendo ánimo, cerebro y voluntad, haciéndose inútil para un servicio benéfico y provechoso. 
         Pero principalmente, es hacer caso omiso de la inquietud espiritual que toda persona tiene, destruyendo así la oportunidad de reconciliarse con DIOS.  Es llevar una vida materialista —efímera, volátil y falsa— sin preocuparse de lo espiritual. Es cerrar las puertas del cielo.
         «¿De qué le sirve a uno —afirmaba Jesucristo— ganar el mundo entero si se pierde o se destruye a sí mismo?»
         Esta es una expresión de una profundidad impresionante. Nos muestra lo inútil de los esfuerzos del hombre, aún en el caso de que esos esfuerzos le llevaran a ganarse todo el mundo, lo cual desde luego es humanamente imposible. 
         Pero Jesús usa esta frase a propósito tratando de que entendamos que, aún llegando al más alto nivel de éxito humano, de nada servirá si no hemos prestado atención al aspecto espiritual, el cual es eterno.
         Si tú has entendido esta enseñanza, te será fácil poner en el orden perfecto tus prioridades, aunque esto signifique renunciar a cosas que hasta este momento han ocupado el primer lugar en tu vida por encima de las cosas espirituales.
         Recuerda que no es posible servir a dos señores, ni buscar al mismo tiempo las riquezas del mundo y las riquezas divinas, dice la Biblia en Mateo 6:24. Acumula tesoros en el cielo, no riquezas en la tierra. 
         Ahora mismo acércate al Señor en oración, y pídele que te ayude a ponerlo a ÉL en primer lugar en tu vida, y a darle menos importancia a las riquezas temporales de este mundo. De esta manera dejarás bien claro que prefieres salvar tu vida.
Dejemos de robar nuestro propio banco
ORACIÓN: Padre Santo, te adoro y exalto Tu nombre en este día, y Te doy gracias por todas Tus bendiciones que diariamente recibo.  Ayúdame a ponerte a Ti en primer lugar en mi vida, confiando en que Tú tendrás cuidado de todo lo demás. Te ruego me des el discernimiento espiritual que necesito para darle prioridad a las cosas que verdaderamente tienen importancia y dejar a un lado las que no la tienen, para que Tu nombre sea glorificado en mi vida. En el nombre de Jesús, amén.



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