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Bendiciones,
Enio
Meditación Diaria
Enio
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LAS DOS
OPCIONES
SALMOS
22:25-26 “Tú inspiras mi alabanza en la gran asamblea; ante los que te temen
cumpliré mis promesas. Comerán los pobres y se saciarán; alabarán al Señor
quienes lo buscan; ¡que su corazón viva para siempre!”
Cuando observamos detenidamente a la
humanidad podemos darnos cuenta claramente de cómo el interés del ser humano
está centrado exclusivamente en satisfacer sus propios deseos. La gente se
inventa toda cantidad de cosas que hacer para ver si logra calmar esa ansia de
llenar el vacío que todos saben existe en sus vidas.
En esta área nos convertimos en una especie
de Salomón corporativo porque todos podemos repetir con él que «me dediqué de
lleno a explorar e investigar con sabiduría todo cuanto se hace bajo el cielo.»
Donde sí dejamos de ser ese Salomón corporativo es cuando tenemos que llegar a
una conclusión sobre lo investigado. Allí parece que las conclusiones, por
demás obvias, de lo analizado no son de nuestro agrado y por eso las colocamos
a un lado y nos mantenemos en nuestro afán de buscar cuál es el propósito
fundamental de todo esto.
Aquí dejamos de demostrar el valor, la
sabiduría y el arrojo de Salomón porque sentimos un profundo terror al
encontrarnos de frente con la realidad espiritual. Salomón, muy consecuente
consigo mismo, no rehuyó esa realidad y expresó: «Y he observado todo cuanto se
hace en esta vida, y todo ello es absurdo, ¡es correr tras el viento!»
Todos los seres humanos tienen un libre albedrío. Todos decidimos por
cuenta propia que hacer con nuestras vidas, qué camino seguir y cómo
comportarnos. Hasta cuando nos abstenemos de decidir,
estamos decidiendo pues no hacer nada también es una decisión.
Por más que intentemos asumir conductas y fachadas que nos distingan
de los demás, en el fondo todos somos iguales, cortados por una misma tijera,
con una misma naturaleza pecaminosa y con una sola necesidad de llenar el vacío
que hay en nuestros corazones.
Dos opciones se presentan a nuestro paso; ignorar la invitación que
nos hace el Señor Jesucristo a aceptar su amorosa oferta de salvación o simplemente
rendirnos a sus pies. Al final de todo, independientemente de si aceptamos o no
su invitación, El reinará por siempre y Su reino no tendrá fin.
De nuestra decisión depende que nosotros pasemos esa eternidad junto a
ÉL o totalmente separados de Su gloria.
ORACIÓN: Padre, una vez más te doy gracias por tu Hijo Jesucristo y por la libertad
que, por medio de su muerte y resurrección, nos has dado. Ayúdame a entender la
profundidad de este milagro de modo que yo pueda disfrutar plenamente de esta
libertad. Y dame la fe y el valor para compartir esta preciosa noticia con
aquellos que aún no han hecho la decisión de establecer una relación personal
Contigo. En el nombre de Jesús, amén.
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