Tú escoges…
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Bendiciones,
Enio
Meditación Diaria
¿ESTÁS VIVIENDO A TU MANERA?
JUAN 4:31-34 “Entre tanto, los discípulos le rogaban,
diciendo: Rabí, come. El les dijo: Yo
tengo una comida que comer, que vosotros no sabéis. Entonces los discípulos
decían unos a otros: ¿Le habrá traído alguien de comer? Jesús les dijo: Mi
comida es que haga la voluntad del que me envió, y que acabe su obra.”
A finales de la década de los
sesenta, se puso de moda en todo el mundo una canción llamada “My Way” (“A mi
manera”), cantada principalmente por el famoso actor y cantante norteamericano
Frank Sinatra. Esta ha sido una de las canciones más conocidas de todos los
tiempos.
Cuenta la historia de un
hombre que se estaba muriendo. Mientras yacía en su lecho de enfermo, infinidad
de imágenes de su vida pasaban una tras otra por su mente, recordándole tantos
y tantos momentos vividos, unos buenos, otros malos, pero de ninguno se
lamentaba, pues, según él, los había vivido “a su manera”.
La letra de la canción en
español comienza más o menos así: “El final se acerca ya. Lo esperaré
serenamente; ya ves que yo he sido así, te lo diré sinceramente: viví la
inmensidad sin conocer jamás fronteras, jugué sin descansar y a mi manera.” La
canción termina con estas palabras: “No hay por qué hablar, ni que decir, ni
recordar, ni que fingir. Puedo seguir hasta el final a mi manera.”
Sin duda esta manera de
actuar es muy común en el ser humano. Esta actitud nos ha sido transmitida de
generación en generación desde que Adán y Eva decidieron hacer las cosas “a su
manera”, en vez de seguir las instrucciones de DIOS. Claro que por eso tuvieron
que sufrir terribles consecuencias eternas.
De igual manera, cuando Frank
Sinatra llegó al final de su vida, después de gozar de fama, riquezas y
placeres de todo tipo, sus últimas palabras fueron: “I’m losing” (“Estoy
perdiendo”). Unos segundos después cerró sus ojos para siempre. Bien pudo
entonces haber conjugado el verbo en pasado: “Perdí.” Este es el resultado
final de todo aquel que vive la vida “a su manera”: derrota y condenación
eterna.
El pasaje de hoy nos muestra
una actitud totalmente opuesta. Jesús acababa de tener el conocido encuentro con la
mujer samaritana. Aquella mujer se maravilló al escuchar las
palabras del Señor, y sus ojos espirituales fueron abiertos, reconociendo que
hablaba con el Mesías. Entonces corrió de vuelta a la ciudad, donde dio
testimonio a todos de que había encontrado al Cristo. En ese momento llegaron
los discípulos, los cuales habían ido a la ciudad a comprar algo de comer. Y,
pensando que el Maestro debía tener hambre, le ofrecieron comida. Pero Jesús
les dijo: “Mi comida es que haga la voluntad del que me
envió, y que acabe su obra.”
Esta fue la actitud que
prevaleció siempre en la vida de Jesús: hacer la voluntad del Padre,
vivir cada momento conforme a los planes de DIOS, no impulsado por sus propios
deseos o necesidades.
También
el apóstol Pablo, después de su conversión, se hizo el firme propósito de obedecer
la voluntad de DIOS, y servirle aún en medio de amenazas, persecuciones y
encarcelamientos. Por
eso, al final de su vida pudo escribir “He
peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he guardado la fe. Por lo
demás, me está guardada la corona de justicia, la cual me dará el Señor, juez
justo, en aquel día; y no sólo a mí, sino también a todos los que aman su
venida.” (2a
Timoteo 4:7-8).
¿Qué prefieres tú: vivir la
vida “a tu manera” y quizás disfrutar de algunos placeres temporales, o vivir
en obediencia a la Palabra de DIOS, y recibir bendiciones? Lo primero te lleva
a la perdición. Lo segundo a la vida eterna. Tú escoges.
ORACIÓN: Padre Santo, te ruego me des la fuerza y el valor
para rechazar todos aquellos deseos que no Te honran, y que yo pueda someterme
a Tu voluntad en obediencia a Tu Palabra. En el nombre de Jesús, amén
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