Tu testimonio…
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Bendiciones,
Enio.
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Meditación
Diaria
¿CÓMO
IMPACTAS LA VIDA DE LOS QUE TE RODEAN?
MATEO 5:13 “Vosotros sois la sal de la tierra; pero si
la sal se ha vuelto insípida, ¿con qué se hará salada otra vez? Ya para nada
sirve, sino para ser echada fuera y pisoteada por los hombres.”
A todos nos gustaría ser recordados como
personas que causaron un impacto agradable y perdurable en la vida de otros. El
problema es que tendemos a centrarnos tanto en nosotros mismos que con
frecuencia no impactamos de manera apreciable ni siquiera la vida de nuestros
vecinos más cercanos.
Por regla general, es nuestro carácter lo que
determina el éxito o el fracaso que tengamos al afectar la vida de los demás,
pero en última instancia es nuestro impacto espiritual lo que realmente le
interesa a nuestro Padre celestial.
En el pasaje de hoy, parte del Sermón del
monte, Jesús compara al creyente con la sal, la cual es un elemento que puede
modificar o transformar todo aquello con lo que entra en contacto. La sal
realza el sabor de los alimentos. Cuando echamos un poco de sal a una comida
insípida, la disfrutamos más al saborearla. Debemos impactar positivamente la
vida de aquellos que nos rodean, dirigiéndolos a Jesús, quien ofrece una vida
de alta calidad y abundante.
Asimismo, la sal preserva la comida. En el
mundo antiguo y en el actual, la sal era y es el más común de todos los
preservadores. Se usa para impedir que los alimentos se pudran o corrompan,
pues detiene el proceso de putrefacción.
El Señor nos llama a que nuestro testimonio
pueda influenciar a detener la corrupción producida por el pecado y actuar como
agente restaurador, al ser instrumentos del Señor.
La sal tiene también posee propiedades
curativas. Una cucharadita de sal en un vaso de agua tibia es excelente remedio
para una garganta irritada. Unas pocas gárgaras producen inmediata mejoría.
Esta misma solución puede usarse para tratar
las llamadas “aftas bucales”, que no son más que pequeñas llagas en la boca. Y esta
agua de sal puede también sanar y cicatrizar pequeñas heridas en la piel.
De la misma manera, el Médico divino,
Jesucristo, puede usarnos para consolar y sanar las heridas emocionales de
aquellos que están sufriendo en medio de una prueba.
Seamos como la sal dando sabor a la vida de los
que nos rodean; actuemos de manera que sean preservados de la corrupción y el
deterioro moral y espiritual de este mundo y sirvamos como un elemento que
traiga consuelo y sanidad espiritual.
Para éllo debemos tener muy en cuenta la
advertencia del Señor: La sal puede volverse insípida, y entonces “para nada sirve, sino para ser echada fuera
y pisoteada por los hombres.”
Dice 1a Juan 2:15:“No améis al mundo, ni las cosas que están en
el mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él.” Cuando
el amor del Padre está en nosotros, los demás serán influenciados positivamente
por nuestro testimonio.
ORACIÓN:
Padre Santo, te ruego me ayudes a ser la sal de la tierra que Tú esperas que yo
sea. No permitas que se desvanezca en mí el poder transformador de tu Espíritu,
sino que cada día sienta yo con más fuerza tu presencia y tu amor para poder
ser instrumento Tuyo dondequiera que me encuentre. En el nombre de
Jesús, Amén.
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