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Bendiciones,
Enio
Meditación Diaria
UNA CONSTANTE
COMPETENCIA
ECLESIASTÉS 4:4-8 “He visto asimismo que todo trabajo y toda
excelencia de obras despierta la envidia del hombre contra su prójimo. También
esto es vanidad y aflicción de espíritu. El necio cruza sus manos y come su
misma carne. Más vale un puño lleno con descanso, que ambos puños llenos con
trabajo y aflicción de espíritu. Yo me volví otra vez, y vi vanidad debajo del
sol. Está un hombre solo y sin sucesor,
que no tiene hijo ni hermano; pero nunca cesa de trabajar, ni sus ojos se
sacian de sus riquezas, ni se pregunta: ¿Para quién trabajo yo, y defraudo mi
alma del bien? También esto es vanidad, y duro trabajo.”
En el mundo en que vivimos, por regla general, somos
valorados de acuerdo a las posesiones y el dinero que hayamos logrado acumular.
Por eso, la mayoría de las personas se enfrascan en una fiera batalla en busca
de prosperidad económica. Sin embargo, muchas veces en lugar de conseguir el
resultado esperado, lo que han logrado es el fracaso y el sufrimiento, y en
ocasiones hasta la muerte.
El problema es que la inspiración que los mueve a
luchar por ese objetivo no es otra que la envidia y el deseo de aventajar a los
demás valiéndose de cualquier medio posible. Esta motivación, desde luego, no
cuenta con la aprobación de DIOS.
El pasaje de hoy fue escrito por el rey Salomón hace
casi tres mil años. Aquí, él hizo tres observaciones sobre la ineludible
competencia de la vida en su épocas:
Primero. Dijo que la
motivación que había en gran parte de la lucha del ser humano era sobrepasar a
los demás. Dice el versículo 4 que “todo trabajo y toda excelencia de obras despierta
la envidia del hombre contra su prójimo.” Esta actitud, desde luego no puede traer buenos resultados, pues “esto es
vanidad y aflicción de espíritu.”
Segundo. Salomón observó que la gente se
obsesionaba tanto con ganar dinero que no cultivaban relaciones sanas, no
tenían amigos, ni siquiera familia. Esto los hacía ir por la vida sin propósito
ni significado, nunca satisfechos con aquello por lo que tanto se habían
esforzado.
Versículo 8: “Está un hombre solo y sin sucesor, que
no tiene hijo ni hermano; pero nunca cesa de trabajar, ni sus ojos se sacian de
sus riquezas, ni se pregunta: ¿Para quién trabajo yo, y defraudo mi alma del
bien? También esto es vanidad, y duro trabajo.” Esta situación abunda mucho en la actualidad,
donde vemos tantas familias destruidas debido a una pobre relación en el
matrimonio y entre padres e hijos, pues el trabajo excesivo impide la comunión
familiar.
Por último. Salomón
menciona a otro grupo de personas que actúa en sentido totalmente contrario. Éstos
son los que prefieren no participar de esa competencia, pero van al extremo de
volverse haraganes e improductivos. Esa actitud de ocio es necia y
autodestructiva. Dice el versículo 5 que “el necio cruza sus manos y come su misma
carne.”
Estas dos actitudes resultan en una vida vacía y
carente de significado. Si deseas evitar la avaricia compulsiva que te empuja a
una competencia sin sentido o la holgazanería autodestructora de aquellos que
prefieren no hacer nada, dale a DIOS el primer lugar en tu vida y da gracias
por lo que tienes.
De esta manera el Señor te dará exactamente lo que
necesitas para que Sus planes de bienestar y prosperidad se lleven a cabo en tu
vida. Recuerda siempre el consejo del sabio Salomón, “Más vale un puño lleno con
descanso, que ambos puños llenos con trabajo y aflicción de espíritu.”
(v.6). El que está satisfecho con lo que DIOS le ha dado es inmensamente rico.
Dice 1 Timoteo 6:6: “Pero gran ganancia es la piedad
acompañada de contentamiento.”
ORACIÓN:
Padre santo, te pido eches de mí todo espíritu de envidia o avaricia y
me ayudes a ponerte a Ti en primer lugar, para que Tú añadas en mi vida las
cosas que realmente necesito. Te doy gracias por ser mi fiel proveedor. Gracias
por las muestras de Tu amor. En el nombre de Jesús, Amén.
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