sábado, febrero 02, 2019

LA ESPERANZA EN LA TRISTEZA


Aunque sufrimos, tenemos esperanza en JESÚS.
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Bendiciones,
Enio
Meditación Diaria
LA ESPERANZA EN LA TRISTEZA
Nuestro Pan Diario
**Leer Lucas 24:28-32
LUCAS 24:31 “En ese momento se les abrieron los ojos y
reconocieron a JESÚS; pero él desapareció.“
Cuando yo tenía 19 años, cuenta Amy, una de mis mejores amigas murió en un accidente de autos. Durante las semanas y meses siguientes, cada día era para mí un túnel de tristeza. El dolor de haber perdido a alguien tan joven y maravillosa nublaba mi visión; y a veces, perdía incluso conciencia de lo que sucedía a mí alrededor. Estaba tan enceguecida por el dolor y la tristeza que, simplemente, no podía ver a DIOS.
En Lucas 24, dos discípulos, turbados y tristes por la muerte de JESÚS, no se dieron cuenta de que estaban caminando con su Maestro resucitado; aun cuando ÉL les había explicado con las Escrituras la razón de que el Salvador prometido tenía que morir y resucitar. Recién cuando el Señor tomó el pan y lo partió, reconocieron que era JESÚS (vv. 30-31). Mediante la resurrección de JESÚS, DIOS les mostró a Sus seguidores cómo volver a tener esperanza.
Al igual que aquellos discípulos, la turbación y la tristeza pueden hacernos sentir abrumados. Pero podemos encontrar consuelo y esperanza en que JESÚS está vivo y activo en el mundo… y en nosotros. Podemos aceptar que CRISTO nos acompañe en nuestro túnel de tristeza. Como la Luz del mundo (Juan 8:12), Sus rayos de esperanza disiparán nuestras tinieblas. — Amy Boucher Pye
OREMOS: Señor, gracias por ser la Luz. Dame esperanza en mi tristeza y confusión, y ayúdame a ver Tu gloria. En Tu Santo Nombre, amén.
**Leer Lucas 24:28-32
Al llegar al pueblo adonde se dirigían, JESÚS hizo como que iba a seguir adelante. Pero ellos lo obligaron a quedarse, diciendo: —Quédate con nosotros, porque ya es tarde. Se está haciendo de noche. JESÚS entró, pues, para quedarse con ellos. Cuando ya estaban sentados a la mesa, tomó en sus manos el pan, y habiendo dado gracias a DIOS, lo partió y se lo dio. En ese momento se les abrieron los ojos y reconocieron a JESÚS; pero él desapareció. Y se dijeron el uno al otro: —¿No es verdad que el corazón nos ardía en el pecho cuando nos venía hablando por el camino y nos explicaba las Escrituras?
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