¿Necesitas sabiduría? Búscala en la única Fuente que puede darla: DIOS.
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meditación.
Bendiciones,
Enio
Meditación Diaria
LA FUENTE
DE SABIDURÍA
Nuestro Pan Diario
**Leer 1 Reyes 3:16-28 (TLA)
1 REYES 3:9 “Dame sabiduría, para que pueda saber
lo que está bien y lo que está mal.”
Un hombre demandó a una mujer, aduciendo que élla
tenía su perro. En el tribunal, élla le dijo al juez que el perro no podía ser
de él e indicó dónde lo había comprado. La identidad del verdadero dueño se
conoció cuando el juez liberó al animal. Moviendo la cola, ¡corrió directamente
hacia el hombre!
Salomón, rey del antiguo Israel, tuvo que resolver
un asunto parecido. Dos mujeres reclamaban ser la madre del mismo bebé. Después
de escuchar los argumentos de ambas, pidió una espada para cortar el niño por
la mitad. La madre verdadera le rogó a Salomón que le diera el bebé a la otra
mujer, prefiriendo salvar la vida de su hijo aunque no pudiera tenerlo: “Entonces la verdadera madre, llena de
angustia, gritó: —¡Por
favor, Su Majestad! ¡No maten al niño! Prefiero que se lo den a la otra mujer.” (1 Reyes 3:26).
Finalmente, Salomón le dio el niño a élla.
Se necesita sabiduría para decidir qué es justo y
moral, correcto o incorrecto. Si valoramos la sabiduría, podemos pedirle a DIOS
un corazón sabio, como lo hizo Salomón: “Dame sabiduría, para
que pueda saber lo que está bien y lo que está mal.” (1 Reyes 3:9).
Tal vez DIOS nos responda ayudándonos a equilibrar
nuestras necesidades y deseos con los intereses de los demás. O anteponiendo a
los beneficios presentes las ganancias a largo plazo (a veces, eternas), para
honrarlo con nuestra manera de vivir.
Nuestro DIOS no es solo un Juez
perfectamente sabio,
sino también un Consejero Personal
dispuesto a darnos abundante sabiduría: “Si alguno de ustedes no tiene
sabiduría, pídasela a Dios. Él se la da a todos en abundancia…”
(Santiago 1:5)(TLA).
OREMOS: SEÑOR, ayúdame a tomar decisiones sabias.
En Tu Santo Nombre, amén.
**Leer 1 Reyes 3:16-28
Poco
tiempo después, dos prostitutas fueron a ver al rey. Una de ellas le dijo: —Majestad,
nosotras dos vivimos en la misma casa. Yo tuve un hijo, y tres días después,
también esta mujer tuvo el suyo. Sólo nosotras dos estábamos en la casa.
»Una noche, el bebé de esta mujer murió
porque ella lo aplastó mientras dormía. A media noche se despertó, y al ver que
su hijo estaba muerto, lo cambió por el mío. A la mañana, cuando desperté, y
quise darle leche a mi hijo, me di cuenta de que el bebé estaba muerto, pero
cuando ya hubo más luz en la habitación, descubrí que no era mi hijo.
La otra mujer dijo: —No,
el niño que vive es mi hijo. El que está muerto es el tuyo.
La mujer que había
hablado primero le contestó: —No, el niño muerto es tu hijo. ¡El mío es el que
está vivo!
Y así estuvieron
discutiendo delante del rey. Entonces Salomón dijo: —Una de ustedes dice: “Mi
hijo está vivo, y el tuyo muerto”. Y la otra contesta: “No, el niño muerto es
el tuyo, y el mío es el que está vivo”.
Salomón se dirigió a sus
ayudantes y les pidió que trajeran una espada. Cuando se la llevaron, Salomón
ordenó: —Corten al niño vivo en dos mitades, y denle una mitad a cada mujer.
Entonces la verdadera
madre, llena de angustia, gritó: —¡Por favor, Su Majestad! ¡No maten al niño!
Prefiero que se lo den a la otra mujer.
Pero la otra mujer dijo:
—¡Ni para ti ni para mí! ¡Que lo partan en dos!
Entonces el rey ordenó: —No
maten al niño. Entréguenlo a la que no quiere que lo maten. Ella es su
verdadera madre.
Todo el pueblo de Israel
escuchó cómo el rey había solucionado este problema. Así Salomón se ganó el
respeto del pueblo, porque ellos se dieron cuenta de que DIOS le había dado
sabiduría para ser un buen rey.
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