No hagas a otro lo que no quieres…
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Bendiciones,
Enio
Meditación Diaria
¿CÓMO TRATO A LOS DEMÁS?
FILIPENSES 2:3 “Nada hagáis por
contienda o por vanagloria; antes bien con humildad, estimando cada uno a los
demás como superiores a él mismo.”
En
un vuelo internacional que partía de Johannesburgo, un negro de la tribu bantú
se sentó al lado de una elegante mujer blanca sudafricana. Indignada, la mujer
llamó a la azafata para quejarse.
—¿En
qué puedo servirle, señora? — preguntó la azafata.
—¿Es
que no se da cuenta? Su aerolínea me ha sentado al lado de un bantú. No soporto
viajar junto a este repugnante negro. ¡Búsqueme otro asiento!
—Cálmese,
por favor, señora — le respondió la azafata. — Este vuelo está repleto, pero
voy a ver si hay algún otro asiento disponible.
Ante
esto la altanera mujer miró con desprecio al negro, y a su vez fue objeto de la
mirada acusadora de los pasajeros testigos del incidente. A los pocos minutos
regresó la azafata.
—Señora,
tal como sospechaba, lamentablemente está llena toda esta sección en clase
turista, pero nos queda un asiento en primera clase.
La
altiva pasajera miró con petulancia y autosuficiencia a los demás pasajeros,
pero antes de que pudiera decir nada, la azafata continuó: —Un cambio como este
a primera clase es realmente excepcional, así que fue necesario que el capitán
mismo lo concediera. Dadas las circunstancias, el capitán consideró intolerable
que una persona se viera obligada a sentarse al lado de otra tan detestable.
Dicho esto, la azafata se dirigió al hombre bantu y le dijo: —Disculpe, señor,
tenga la bondad de tomar su equipaje de mano y acompañarme al frente, donde le
tengo el asiento reservado —.
Manifestando
su aprobación, los pasajeros que fueron testigos del suceso aplaudieron a su
compañero de vuelo mientras éste se dirigía a primera clase para acomodarse en
su merecido asiento. Con semejante actitud llevada a la práctica, cualquier
empresa o compañía en la actualidad se anotaría un triunfo en las relaciones
públicas, así como se cuenta que sucedió con aquella aerolínea. Ciertamente los
demás podrán olvidar lo que decimos, pero jamás olvidarán la manera como los
tratamos.
La
Palabra de DIOS nos enseña que debemos tratar a los demás con humildad,
integridad y justicia. Al apóstol Pablo le preocupaba que todos nosotros
tuviéramos “con qué responder a los que
se dejan llevar por las apariencias y no por lo que hay dentro del corazón.”
(2 Corintios 5:12). Así como respondió el capitán de la aerolínea de
esta anécdota. Pablo sabía que DIOS no juzga por las apariencias, sino con
justicia, como su Hijo Jesucristo nos exhortó a que hiciéramos en Juan 7:24: “No juzguéis según las apariencias, sino juzgad con justo juicio.”
Cuando
DIOS envió al profeta Samuel a ungir al que sería el próximo rey de Israel, le
dio la siguiente recomendación: “No mires a su parecer, ni a lo
grande de su estatura, porque yo lo desecho; porque Jehová no mira lo que mira
el hombre; pues el hombre mira lo que está delante de sus ojos, pero Jehová
mira el corazón.” (1 Samuel 16:7). Como cristianos debemos enfocar nuestros
esfuerzos a valorar las personas por sus principios y actitudes por encima de
la apariencia externa.
¡Qué
maravilloso sería este mundo si siguiéramos la enseñanza de Jesús con relación
a la 'regla de oro' que nos dejó como parte de su legado, es decir si
tratáramos a los demás tal y como quisiéramos que nos trataran a nosotros! Dice
Mateo 7:12: “Así que, todas las cosas que
queráis que los hombres hagan con vosotros, así también haced vosotros con
ellos.”
Esta
regla sencilla es la receta divina para destruir todos los prejuicios que
existen en este mundo. Pidamos a DIOS que esta enseñanza se grabe en nuestros
corazones y sobretodo que la apliquemos al tratar a aquellos que nos rodean.
ORACIÓN: Amante Padre celestial, te ruego
que Tu Santo Espíritu use esta enseñanza para crear en mí una actitud humilde
hacia mis amigos, mis compañeros de trabajo, mis familiares y todos aquellos
con los que de una manera u otra me relaciono, y que yo pueda tratarlos como
superiores a mí mismo, en obediencia a Tu palabra. En el nombre de Jesús, Amén.
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