domingo, febrero 22, 2009

EL GRAN MEDICO, JESUCRISTO

El Gran Médico, JESUCRISTO.
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Bendiciones,
Enio

Meditación Diaria
por RITCHIE PUGLIESE

SANIDAD
JEREMIAS 30:17
Mas yo haré venir sanidad para ti, y sanaré tus heridas, dice Jehová; porque desechada te llamaron, diciendo: Esta es Sión, de la que nadie se acuerda. (R – V)
Te devolveré la salud, curaré tus heridas, por más que digan tus enemigos: 'Sión está abandonada, nadie se preocupa por ella.' Yo, el Señor, lo afirmo." (DHH)

Para que la sanidad llegue a un cuerpo, o al alma, debe haber previamente una enfermedad o una herida.

Existen varios clases de enfermedades: Físicas, mentales y emocionales. Cada una tiene su origen en algo diferente, pero gracias a Dios para todas ellas existe la misma sanidad: La que nos da nuestro Señor Jesucristo. La medicina ha logrado grandes avances y los medicamentos ayudan a muchas personas a recibir alivio, pero el Sanador por excelencia es el Señor Jesucristo.

En realidad toda sanidad es milagrosa, inclusive la que viene por medio de los médicos, pues si tu cuerpo no asimila los medicamentos que te han recetado, la sanidad nunca llegará a tu vida. A veces Dios sana directamente pero otras veces utiliza la ciencia médica que El ha creado para el beneficio de la humanidad.

Muchos creen que Dios y la ciencia médica se contradicen cuando en realidad vienen de la misma fuente, pero de diferente manera. Por cierto, la medicina humana tiene su límite y es allí donde interviene el Señor con poder para hacer lo que nadie puede hacer.

Una persona, humanamente hablando, puede estar al borde de la muerte o ya muerta, pero aún Dios tiene todo el poder para levantarlo y/o resucitarlo.

La vida trae muchas veces diferentes enfermedades a nuestras vidas, pero qué bueno es saber que tenemos al Gran Médico Jesucristo, que está dispuesto a que le pidamos para que El opere Su obra sanadora. ¡No existe mejor Sanador que El Señor!

CONFESION DE FE: EL SEÑOR ES EL SANADOR DE CADA UNA DE MIS DOLENCIAS.

ORACION:
Señor. Recorre en este momento mi cuerpo con Tu poder, oh Dios, y sana aún aquellas enfermedades ocultas que pueda tener incubando en mi ser. Recibo en éste momento Tu sanidad divina. Gracias Señor Jesús. Amén.

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