sábado, febrero 18, 2006

UN PADRE INCOMPARABLE (14/02/06)

Un Padre incomparable.
Bendiciones,
Enio


ALIENTO DEL CIELO PARA CADA DIA
Meditación Diaria
por RITCHIE PUGLIESE

PADRE AMOROSO
GALATAS 4:6-7 Y por cuanto sois hijos, Dios envió a nuestros corazones el Espíritu de su Hijo, el cual clama: ¡Abba Padre! Asi que ya no eres esclavo, sino hijo; y si hijo, también heredero de Dios por medio de Cristo

PENSAMIENTO DEL DIA:
Tener a Dios como nuestro Padre celestial es un privilegio muy grande y además la bendición más excelente. Podemos tener acceso a El cuando lo querramos y donde lo deseamos, sabiendo que El nos recibirá con amor.
Con libertad podemos acudir a El diciéndole afectuosamente: - ¡Papi, te necesito! -, pues ese es un privilegio que sólo le corresponde a los hijos.
En aquella época donde en las casas de la gente pudiente habían esclavos, la tarea de estos era simplemente agradar a su señor cumpliendo sus responsabilidades, y por más buenos que éllos fuesen, nunca podrían acercarse a su señor, darle un beso o un abrazo pues hasta podría ser considerado como algo irrespetuoso.
La diferencia era bien clara: Uno era un esclavo que servía por obligación y debía mantenerse a distancia, el otro era el hijo que vivía libremente en la casa y podía acercarse a su padre sin limitación alguna.
Muchas veces, como hijos de Dios parecemos más esclavos que hijos. El enemigo de nuestras almas nos ha hecho ver a Dios como un ser insensible y sin amor que quiere que le sirvamos bajo temor.
¡Tú, si has recibido a Cristo en el corazón, no eres un esclavo sino un hijo amado por Dios!, ¡Puedes acercarte todas las veces que quieras y decirle: - Papi, te necesito -; - Papi, dame esto… - ó – Papi necesito lo otro…-
Si tú tienes al Señor como su Padre, ¡Vive entonces como un heredero legítimo!

CONFESION DE FE:
PUEDO ACERCARME CON LIBERTAD A MI PADRE CELESTIAL

ORACION:
Señor, rompe en mi interior esas ataduras espirituales que me están haciendo perder la bendición de ser un heredero de cada una y todas tus bendiciones. Gracias porque ya no soy más esclavo sino un hijo que con confianza te puede llamar ¡papito! Por Cristo nuestro Señor y Salvador, amén.

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