DIOS susurró Su amor...
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Bendiciones,
Enio
Meditación Diaria
APRENDE A ESCUCHAR
1a REYES 19:11-13 “El Señor le ordenó: —Sal y preséntate ante mí en la montaña, porque
estoy a punto de pasar por allí. Como heraldo del Señor vino un viento recio,
tan violento que partió las montañas e hizo añicos las rocas; pero el Señor no
estaba en el viento. Al viento lo siguió un terremoto, pero el Señor tampoco
estaba en el terremoto. Tras el terremoto vino un fuego, pero el Señor tampoco
estaba en el fuego. Y después del fuego vino un suave murmullo. Cuando Elías lo
oyó, se cubrió el rostro con el manto y, saliendo, se puso a la entrada de la
cueva.”
A
veces te resultará difícil lograr que tus pensamientos o sentimientos sean
escuchados en medio de tanto ruido. Son tantas las cosas que demandan nuestra
atención, que muy pocas personas se toman el tiempo o tienen la capacidad de
escuchar... aún aquéllas cosas que son realmente importantes.
Visitamos
a una señora que, contrario a la mayoría de la sociedad, había tenido una
familia numerosa, compuesta por cuatro varones y tres niñas. Lo más interesante
de esa familia era que todos esos niños escuchaban a su mamá. Nos llamó tanto
la atención, que tuvimos que preguntarle cómo hacía para lograrlo. Su respuesta fue muy simple: "Con tantos
niños en la casa, hace tiempo descubrí que los gritos no sirven para nada, y
que los susurros son mucho más efectivos".
Cuando
uno mira las noticias, en muchas ocasiones ve políticos, delincuentes, o grupos
de protesta gritando para tratar de llamar la atención. Cuando uno lee el
periódico puede ver los titulares de los más recientes escándalos. Aún los
niños piensan que son más importantes cuando gritan.
Si
bien DIOS es capaz de tronar Su poder, parece que lo que más hace es
susurrarnos Su amor. Un huracán, una plaga, o un terremoto pueden mostrarnos
que ÉL controla este mundo, pero la Escritura nos habla acerca de cómo comparte
Su amor a través de susurros.
Miren
al arco iris que puso en los cielos para recordarnos a Noé y a nosotros de Su
pacto. Escuchen, como escuchó Elías, la voz suave del Señor. Miren al pesebre
de Belén, o deténganse en el silencio de la tumba abierta del domingo de
resurrección. En todos esos lugares DIOS susurró Su amor... el amor que logró
nuestra redención.
Qué
pasaría si las personas dejaran de gritar por las cosas que quieren y
escucharan lo que el Señor está tratando de decirles... quizás muchas de las
penas del mundo comenzarían a desaparecer. Valdría la pena probar, ¿no te
parece?
ORACIÓN: Señor, a veces el mundo y mi propia voz son
tan fuertes, que no te escucho cuando Me hablas. Ayúdame a escuchar la
maravillosa historia de Tu amor que nos revela la Escritura y que hemos visto
en el Salvador. En Su nombre. Amén.
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