Estimad@s amig@s:
Les envío la presente meditación de EN CONTACTO, pues he tenido dificultades con el ALIENTO DEL CIELO PARA CADA DÍA.
Que tengan un buen fin de semana y que el Señor les siga bendiciendo.
Enio
TRAGEDIA EN LA IGLESIA
21 “No todos los que me dicen: ‘Señor, Señor’, entrarán en el reino de los cielos, sino solamente los que hacen la voluntad de mi Padre celestial. 22 Aquel díao muchos me dirán: ‘Señor, Señor, nosotros comunicamos mensajes en tu nombre, y en tu nombre expulsamos demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros.’ 23Pero entonces les contestaré: ‘Nunca los conocí; ¡aléjense de mí, malhechores! Mateo 7:21-23
Todos los domingos, muchas personas alrededor del mundo asisten a la Iglesia, escuchan el Evangelio y después se van por su propio camino con un sentido de seguridad falso. Piensan que si llegaran a morirse se irían al cielo, porque todas las personas buenas van al cielo y como ellos se consideran buenos ahí irán.
Realmente esta gente es considerada buena bajo las normas de vida de la comunidad. Aun más, con frecuencia su conducta puede ser superior a la de alguien que este salvo y comprometido con Cristo. Como el joven rico que vino a Jesús (Lucas 18:18-23). Han guardado los mandamientos lo mejor que pueden hacerlo, pero fallan en reconocer lo necesitados que están. Su confianza está basada en que como Dios ama a todo el mundo, no dejará que ninguna persona buena se vaya al infierno.
El problema está en el mal entendimiento de lo que es la Salvación. No es un programa de modificación propia en el comportamiento, si no que la transformación de nuestro ser interior. Cuando usted es Salvo recibe una nueva disposición, a la cual la Biblia se refiere como "nacer de nuevo". Significa que Jesús entra en su vida y se manifiesta a través de usted. Verdaderamente sí causa una buena conducta, pero este nuevo comportamiento proviene del Espíritu Santo que mora en usted, no de su determinación de mejorar su conducta. A partir de este momento, su vida cambiará gradualmente basada en su sumisión a la voluntad de Dios. Solamente Dios puede otorgarle seguridad verdadera.
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