lunes, diciembre 28, 2015

EL DADOR SUPREMO

Los regalos divinos…
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Bendiciones,
Enio
Meditación Diaria
El Dador Supremo
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ROMANOS 11:33-36 "¡Profundidad de las riquezas, de la sabiduría y del conocimiento de Dios! ¡Cuán insondables son sus juicios e inescrutables sus caminos!, 34 porque, ¿quién entendió la mente del Señor? ¿o quién fue su consejero?
35 ¿Quién le dio a él primero, para que le fuera recompensado?, 36 porque de él, por él y para él son todas las cosas. A él sea la gloria por los siglos. Amén."
En medio de todos los preparativos, de toda la ornamentación, y de todas las celebraciones de la temporada navideña, tenemos que apartar tiempo para reflexionar en cuanto a los regalos divinos que cambiaron para siempre el curso del destino humano.
Cuando ese pequeño bebé entró en nuestro mundo en Belén, se desencadenó desde el cielo el primero de un flujo interminable de bendiciones.
Nos enfocamos, por lo general, en el regalo del Padre, el cual dio a Su Hijo para ser el Salvador del mundo (1a Juan 4:14). Pero los tres miembros de la Trinidad tuvieron parte en este despliegue divino de generosidad que continuará hasta la eternidad.
El Señor Jesús vino a ofrecer Su vida en rescate por muchos, y después de Su muerte y resurrección, ÉL y el Padre enviaron al Espíritu Santo para morar dentro de los creyentes para siempre (Marcos 10:45; Juan 14:16; 16:7). El Espíritu, a su vez, da dones espirituales a todos los creyentes y produce Su maravilloso fruto en sus vidas (1a Corintios 12.7-11; Gálatas 5:22,23).
Pero estos regalos divinos no terminan en la Tierra. Seguirán en el cielo cuando el Señor evalúe a los cristianos y les recompense por las buenas obras que jamás habrían podido hacer sin el poder de ÉL (1a Corintios 3:13,14; Juan 15:5). Todo el mérito y la gloria pertenecen a Cristo; sin embargo, el Señor cubrirá de alabanzas, por gracia, a los suyos (1a Corintios 4:5).
Adoramos a un DIOS compasivo y generoso. Piensa en el derramamiento contínuo de bendiciones desde Su trono, y pregunta: ¿Cómo responderé hoy?
ÉL no necesita nada de tí, pero quiere ser parte tuya —no para controlarte, sino para mostrarte las “abundantes riquezas de Su gracia en Su bondad” (Efesios 2:4-7).
ORACIÓN: Gracias Padre Celestial por todo lo que has hecho. Gracias por la vida que nos prestas. Gracias por el amor de mi familia. Gracias por las muestras de tu amor. En el nombre de Cristo, amén.


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