martes, febrero 23, 2010

VIVIR CONFIADOS EN EL...

Vivir confiados en El…
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Bendiciones,
Enio


Meditación Diaria
Nuestro Pan Diario

EN QUIEN PODEMOS CONFIAR
PROVERBIOS 3:5: “Confía en el Señor de todo corazón, y no en tu propia inteligencia.”

El día antes de cumplir 52 años, Abraham Lincoln salió de Springfield, Illinois, para convertirse en Presidente de los Estados Unidos. Con la amenaza de la Guerra Civil que se avecinaba, se despidió de los amigos y vecinos que habían venido a despedirle.

-“Ahora me voy”-, les dijo, -“sin saber cuándo, y si alguna vez, regresaré, con una tarea delante de mí, mayor de la que el Presidente George Washington llevó sobre sí. No puedo tener éxito sin la ayuda del Ser Divino que siempre me ha asistido. No puedo fracasar con dicha ayuda. Confiando en Él, quien puede ir conmigo y que permanece con ustedes y en todas partes siempre, esperemos confiadamente que todo saldrá bien. Encomendándoles a Su cuidado, así como espero que ustedes me encomendarán en sus oraciones, me despido de ustedes con afecto”-.

La confianza de Lincoln en Dios para recibir guía y fortaleza refleja la instrucción de Salomón: “Fíate de Jehová de todo tu corazón, y no te apoyes en tu propia prudencia. Reconócelo en todos tus caminos, y él enderezará tus veredas”.

En Lincoln podemos aprender cómo enfrentar un futuro desalentador con confiada esperanza en el Señor. —DCM

ORACIÓN: Señor, vivir sin confianza en Ti es como conducir en la niebla. Ayúdame a hacer Tu voluntad, a agradarte en cada una de mis decisiones. Acompáñame permanentemente. Dame esa paz y tranquilidad que sólo Tú puedes dar. En el nombre de Cristo Jesús, amén.

Lectura: Proverbios 3:1-8
Hijo mío, no te olvides de mis enseñanzas; más bien, guarda en tu corazón mis mandamientos. Porque prolongarán tu vida muchos años y te traerán prosperidad.
Que nunca te abandonen el amor y la verdad: llévalos siempre alrededor de tu cuello y escríbelos en el libro de tu corazón. Contarás con el favor de Dios y tendrás buena fama entre la gente.
Confía en el Señor de todo corazón, y no en tu propia inteligencia. Reconócelo en todos tus caminos, y él allanará tus sendas.
No seas sabio en tu propia opinión; más bien, teme al Señor y huye del mal. Esto infundirá salud a tu cuerpo y fortalecerá tu ser.

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