¡Ya llegó!
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Bendiciones,
Enio
Meditación Diaria
CUANDO EL TIEMPO SE CUMPLIÓ
GÁLATAS 4:4-5 “Pero cuando
vino el cumplimiento del tiempo,
DIOS envió a su Hijo,
nacido de mujer y nacido bajo la ley,
para que redimiese a los
que estaban bajo la ley,
a fin de que recibiésemos
la adopción de hijos.”
Durante la época de Navidad, ¿qué parte de la vida de Jesús
viene a tu mente con más frecuencia? Seguramente su nacimiento, ¿cierto? En estos días, la mayoría de los sermones se
refieren a este evento; por dondequiera vemos escenas de un pesebre, ángeles y
pastores; y hasta en las noticias seculares en la televisión las vemos con
frecuencia.
Sin embargo, algo que con facilidad se olvida, es la razón
por la que aquel bebito vino a este mundo. El nació con un propósito bien
determinado: morir. Claro que todo aquel que nace, con seguridad morirá, pero
la muerte de Jesús fue diferente porque ÉL vino a morir por toda la humanidad.
Como parte del plan de DIOS para la salvación de este mundo,
Jesucristo nació de una virgen, la cual concibió milagrosamente del Espíritu
Santo. Fue el verbo encarnado, DIOS hecho hombre, la divinidad convertida en
humanidad.
Unos setecientos años antes,
el profeta Isaías lo había declarado. En Isaías 9:6 dice: “Porque un niño nos es nacido, hijo nos es dado, y el
principado sobre su hombro; y se llamará su nombre Admirable, Consejero, DIOS
Fuerte, Padre Eterno, Príncipe de Paz.”
Y el pasaje de hoy dice que “cuando vino el cumplimiento del tiempo, DIOS envió a su
Hijo, nacido de mujer y nacido bajo la ley, para que redimiese a los que
estaban bajo la ley, a fin de que recibiésemos la adopción de hijos.” Ser hijos de DIOS nos garantiza la entrada al
cielo, y nuestra eterna morada junto a ÉL. Ése es el plan y el deseo de DIOS,
pues ÉL no quiere “que ninguno perezca”, dice 2a
Pedro 3:9.
El plan divino comenzó a
manifestarse aquella noche, hace dos mil años, en un humilde pesebre. Quizás en
este momento estés pensando en aquel maravilloso evento. A lo mejor estás
decorando la casa o preparando comida para una reunión familiar, pero no
quisieras pensar acerca de la horrible muerte que esperaba a aquel inocente
niño que es el centro de tu nacimiento debajo del árbol.
Sin embargo, ¿cómo podríamos
celebrar el nacimiento de Cristo, sin pensar en la razón de ese nacimiento?
Desde el momento en que Jesús apareció aquella noche en Belén, Él vivió su vida
enfocado en cumplir la misión encomendada por su Padre. El vino a mostrarnos
quien es DIOS realmente. Vino a enseñarnos como vivir, caminar y hablar como
personas espirituales. Pero, lo más importante, Cristo vino para que pudiéramos
tener una completa, verdadera e íntima relación con nuestro Padre celestial, a
quien él conocía tan bien. La misión de Jesús fue asegurar la salvación y la
vida eterna para “todo aquel que en El cree”. (Juan
3:16).
Por lo tanto, mientras
disfrutamos de la celebración de la Navidad, no perdamos nuestro foco. Al
depositar nuestros regalos al pie del árbol, no olvidemos que ÉL vino para que
nosotros pudiésemos depositar nuestros pecados al pie de la cruz, y que seamos
perdonados.
Ése es el regalo de Jesús
para ti. Y tú, ¿cómo vas a corresponder? Lo menos que puedes hacer es compartir
con los que te rodean acerca de este maravilloso regalo y recordarles que Jesús
es la razón de la Navidad. Y no te olvides de decirles: “¡FELIZ NAVIDAD!”
ORACIÓN: Padre Santo, en este tiempo en el que todo el
mundo está enfocado en sí mismo, y en las cosas que recibirán,
ayúdame a enfocarme en la verdadera razón de esta
época,
que es Tu HIJO y lo que Tú nos has dado a través de ÉL.
Gracias porque ÉL se hizo como nosotros, para que
nosotros podamos llegar a ser como Tú; te ruego me capacites para entender ésto.
En el nombre de Jesús, amén.
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