Amarás a tu projimo como a ti
mismo…
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Bendiciones,
Enio
Meditación Diaria
PAPÁ TENGO HAMBRE
MATEO 25:34-36 "34 Entonces
el Rey dirá a los de su derecha: “Venid, benditos de mi Padre, heredad el Reino
preparado para vosotros desde la fundación del mundo, 35 porque
tuve hambre y me disteis de comer; tuve sed y me disteis de beber; fui
forastero y me recogisteis; 36 estuve
desnudo y me vestisteis; enfermo y me visitasteis; en la cárcel y fuisteis a
verme.”
Pasaba
del medio día, el olor de pan caliente invadía aquella calle, un sol sofocante invitaba
a todos a un refresco.
Ricardito
no aguantó el olor rico del pan y dijo: ¡¡¡Papá tengo hambre!!!
El
padre; Agenor, sin tener un centavo en el bolsillo, caminando desde muy
temprano buscando un trabajo, mira con los ojos mareados al hijo y le pide un
poco más de paciencia…
Pero
papá, ¡desde ayer no comemos nada, tengo mucha hambre, papá!
Avergonzado,
triste y humillado en su corazón de padre, Agenor le pide al hijo esperar en la
vereda mientras entra en la panadería que estaba enfrente.
Al
entrar se dirige a un hombre en el mostrador: Señor, estoy con mi hijo de tan
sólo 6 años en la puerta, con mucha hambre, no tengo ninguna moneda, pues salí
temprano para buscar un empleo y nada encontré, le pido que en el nombre de
Jesús me dé un pan para que yo pueda matar el hambre de ese niño, en cambio
puedo barrer el piso de su establecimiento, lavar los platos y vasos, u otro
servicio que usted necesite.
A
Amaro; el dueño de la panadería le extraña que aquel hombre de semblante calmo
y sufrido, pida comida a cambio de trabajo y pide que llame al niño…
Agenor
toma a su hijo de la mano y lo presenta a Amaro, que inmediatamente pide que
los dos se sienten junto al mostrador, donde le pide a su esposa les sirva dos
platos de comida del famoso PLATO DEL DIA: ARROZ, FRIJOLES, CARNE MOLIDA Y
HUEVO.
Para
Ricardito era un sueño, comer después de tantas horas en la calle…
Para
Agenor, un dolor más, ya que comer aquella comida maravillosa lo hacía recordar
a su esposa y a sus dos hijos que quedaron en casa solamente con un puñado de
arroz… Gruesas lágrimas bajaban de sus ojos ya en el primer bocado.
La
satisfacción de ver a su hijo devorando aquel plato simple como si fuera un
manjar de los dioses, y el recuerdo de su pequeña familia en casa, fue
demasiado para su corazón tan cansado de más de 2 años de desempleo,
humillaciones y necesidades…
Amaro
se aproxima de Agenor y percibiendo su emoción, bromea para relajarlo: ¡OH,
María!!! Tu comida debe estar muy fea… Mira a mi amigo, ¡hasta está llorando de
tristeza de ese plato!
Inmediatamente,
Agenor sonríe y dice que nunca comió comida tan apetitosa, y que le agradecía
por darle ese placer…
Amaro
pide entonces que el tranquilice su corazón, que almorzase en paz y después
conversarían acerca de trabajo…
Más
confiadamente, Agenor seca las lágrimas y empieza a almorzar, ya que su hambre
estaba agobiándolo…
Después
del almuerzo, Amaro invita Agenor para conversar en el fondo de la panadería,
donde había un pequeño escritorio… Agenor cuenta entonces que hace más de 2
años había perdido el empleo y desde entonces, sin una especialidad
profesional, sin estudios, estaba viviendo de pequeñas “chambas aquí y allí”,
pero que hace 2 meses no recibía nada…
Amaro
resuelve entonces contratar a Agenor para servicios generales en la panadería,
y le prepara al hombre una canasta básica con alimentos para por lo menos 15
días…
Agenor
con lágrimas en los ojos agradece la confianza de aquel hombre y marca para el
día siguiente su inicio en el trabajo… Al llegar en casa con toda aquella
cantidad Agenor es un nuevo hombre.
Sentía
esperanzas, sentía que su vida tomaría nuevo impulso… La vida le estaba
abriendo más que una puerta, era toda una esperanza de días mejores…
Al
día siguiente, a las 5 de la mañana, Agenor estaba en la puerta de la panadería
ansioso de iniciar su nuevo trabajo…
Amaro
llega luego y sonríe para aquel hombre que ni él sabía por qué estaba ayudando…
Tenían
la misma edad, 32 años, e historias diferentes, pero algo dentro de él lo
llamaba para ayudar a aquella persona… Y, no se equivocó.
Durante
un año, Agenor fue el más dedicado trabajador de aquel establecimiento, siempre
honesto y extremadamente celoso con sus deberes…
Cierto
día, Amaro llama a Agenor para una charla y habla de la escuela que abrió
lugares para la alfabetización de adultos a una cuadra arriba de la panadería,
y que él tenía interés que Agenor estudiara.
Agenor
nunca se olvidó de su primer día de clase: la mano trémula en las primeras
letras y la emoción de la primera carta…
Doce
años han pasado desde aquel primer día de clases…
Vamos
a encontrar al Lic. Agenor Baptista de Medeiros, abogado, abriendo su
oficina a su primer cliente, y después a otro y después a otro más… Al medio
día él baja para beber un café en la panadería del amigo Amaro, que queda
impresionado al ver su antiguo empleado tan elegantemente vestido en su
primer traje…
Diez
años se pasan, y ahora el Lic. Agenor Baptista, ya con una clientela que mezcla
los más necesitados que no pueden pagar, y los más adinerados que pagan muy
bien; decide crear una institución que ofrece a los desvalidos de la suerte,
que andan por las calles, personas desempleadas y con carencias de todo tipo,
un plato de comida diariamente a la hora del almuerzo…
Más
de 200 comidas se sirven diariamente en aquel lugar administrado por su hijo,
el ahora nutricionista Ricardo Baptista… Todo cambió, todo pasó, pero la
amistad de aquellos dos hombres, Amaro y Agenor impresionaba a todos los que
conocían un poco de la historia de cada uno…
Cuentan
que a los 82 años los dos fallecieron el mismo día, casi en la misma hora,
muriendo plácidamente con una sonrisa del deber cumplido…
Ricardito,
el hijo, mandó gravar delante de la “Casa del Camino”, que su padre fundó con
tanto cariño: “¡Un día yo tuve hambre, y me alimentaste. Un día yo estaba sin
esperanzas y me diste un camino. Un día me desperté solo, y me diste la paz, y
eso no tiene precio.
¡Qué
la paz habite en tu corazón y alimente tu alma! ¡Y que te sobre el pan de la
misericordia para extender a quien lo necesita!”
Autor desconocido
(Historia verídica)
Debemos agradecer a DIOS por
todo lo que nos da y compartirlo con quienes no tienen y nunca olvidar de donde
venimos.
ORACIÓN:
Padre Celestial. Ayúdame a amar a mi prójimo como a mí mismo y que lo que haga
hacia éllos, que sea de Tu agrado. Gracias Señor por las muestras de Tu amor. En
el nombre de Cristo, amén.
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