sábado, agosto 08, 2015

LA NECESIDAD DE TENER UNA BOCA LIMPIA

Házlo ahora mismo…
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Bendiciones,
Enio
Meditación Diaria 
LA NECESIDAD DE TENER UNA BOCA LIMPIA
PROVERBIOS 13:2 “Quien habla el bien, del bien se nutre, pero el infiel padece hambre de violencia.”
Nuestras madres nos decían todas las noches que nos cepilláramos los dientes antes de ir a la cama. El higienista dental da instrucciones específicas sobre cómo cepillarnos los dientes y usar el hilo dental; todo el tiempo nos importunan diciéndonos que tenemos que pasarnos el hilo dental. Nos gusta tener dientes blancos (y ahora hasta los podemos blanquear químicamente). Pero existe una pequeña razón por la que necesitamos obedecer las incómodas insistencias: el cepillarnos los dientes y usar el hilo dental puede sacar millones de gérmenes de nuestra boca, lo cual previene las caries, los tratamientos de endodoncia, las coronas y la cirugía oral.
Una persona puede tener una boca que sea más limpia que un auto nuevo y todavía pueden salir de esa boca cosas sucias. Palabras airadas, duras críticas, blasfemias y mentiras pueden salir como una corriente contaminada. Las malas palabras salen de corazones malos.
Todos somos lo que es nuestro corazón. La Biblia dice: «De la abundancia del corazón habla la boca» (Mateo 12:34). Todo lo que somos y todo lo que hacemos viene de las intenciones, buenas o malas, de nuestro corazón. Cuando esa es nuestra condición, necesitamos limpieza. DIOS es el higienista oral máximo. Como hijos suyos, ÉL nos da un corazón nuevo y espera una boca limpia.
En el caso del profeta Isaías, a fin de que hablara Sus palabras, DIOS tuvo que enviar a un serafín (un ser celestial) a tomar un carbón encendido del altar y cauterizarle los labios. !Esto suena peor que una endodoncia! El Nuevo Testamento nos recuerda una y otra vez que hablemos buenas palabras. Los escritores de Proverbios nos dicen repetidamente que hablemos lo justo. David suplicó a DIOS que sus palabras y pensamientos más íntimos fueran aceptables a ÉL… "¡Sean gratos los dichos de mi boca y la meditación de mi corazón delante de ti, Jehová, roca mía y redentor mío!" (Salmo 19:14).
Las malas palabras, es decir el hablar mal o maldecir, sólo pueden traer mal a nuestra vida. Dice la cultura popular que la lengua es castigo del cuerpo. Las buenas palabras, por su parte, traen bendición sobre nosotros y sobre quienes nos rodean.
Una persona que constantemente se dedica a hablar mal de su prójimo tendrá que aceptar que las personas que lo escuchan lo cataloguen como alguien a quien no se le puede confiar mucha información, pues hará mal uso de élla. En contraposición, una persona benigna y bondadosa que siempre tiene una palabra de estímulo o de reconocimiento en sus labios hacia quienes le rodean, será buscada por aquellos que necesitan un buen consejo para sus vidas. Sus enseñanzas y exhortaciones siempre estarán en alta demanda y la gente tendrá de él/élla buena opinión y mostrará su aprobación y buenos deseos hacia él/élla.
¿Qué estás sembrando con tus pensamientos y con tus conversaciones? ¿Hablas bien de los demás o te expresas agriamente de tu prójimo? ¿Piensas lo que vas a decir antes de decirlo? ¿Te cuidas de que tus palabras sean constructivas y no destructivas? ¿Hablas siempre la verdad?  
Habla siempre el bien y del bien te nutrirás para crecer en sabiduría y estatura, cada vez más gozando del favor de DIOS y de los hombres como nuestro Señor Jesucristo, nuestro ejemplo incomparable.
¿Tienes una boca sucia? Si así fuera, póstrate delante de DIOS y pídele que te perdone y te limpie. Házlo ahora mismo. No hay necesidad de ese carbón encendido y que DIOS te bendiga.
ORACIÓN: Amante Padre Celestial, reconozco que necesito de Ti cada día para hablar como conviene. Te doy gracias porque Tú puedes hacer que mi corazón esté limpio de todo aquello que impide que yo viva en comunión contigo y con mi prójimo. Te ruego examines mi corazón y arranca de mí toda maldad y lléname de Tu santa presencia. Ayúdame a guardar Tu palabra en mi corazón y a obedecerla cada día de mi vida. En el nombre de Jesucristo, amén.
LECTURA BÍBLICA: Santiago 3:5-23
5 Así también la lengua es un miembro muy pequeño del cuerpo, pero hace alarde de grandes hazañas. ¡Imagínense qué gran bosque se incendia con tan pequeña chispa!
6 También la lengua es un fuego, un mundo de maldad. Siendo uno de nuestros órganos, contamina todo el cuerpo y, encendida por el infierno,
 prende a su vez fuego a todo el curso de la vida.
7 El ser humano sabe domar y, en efecto, ha domado toda clase de fieras, de aves, de reptiles y de bestias marinas;
8 pero nadie puede domar la lengua. Es un mal irrefrenable, lleno de veneno mortal.
9 Con la lengua bendecimos a nuestro Señor y Padre, y con ella maldecimos a las personas, creadas a imagen de DIOS.
10 De una misma boca salen bendición y maldición. Hermanos míos, esto no debe ser así.
11 ¿Puede acaso brotar de una misma fuente agua dulce y agua salada?
12 Hermanos míos, ¿acaso puede dar aceitunas una higuera o higos una vid? Pues tampoco una fuente de agua salada puede dar agua dulce.



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