CRISTO
frente a los desafíos que enfrentamos.
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esta meditación.
Bendiciones,
Enio
Meditación Diaria
NUNCA
PIERDAS LA ESPERANZA
Nuestro
Pan Diario
**Leer
Lucas 8:40-48
LUCAS 8:48 “Hija,
tu fe te ha sanado —le dijo Jesús—.
Vete
en paz.”
Cuando a mi amiga le diagnosticaron cáncer, el
médico le aconsejó que pusiera sus asuntos en orden. Me llamó llorando,
preocupada por su esposo y sus hijos pequeños. Compartí su urgente pedido de
oración con nuestros amigos en común.
Luego nos alegramos cuando un segundo médico la
alentó a no perder la esperanza y le aseguró que su equipo haría todo lo
posible para ayudarla. Aunque tuvo días más difíciles que otros, se centró en DIOS
en vez de en las pocas probabilidades de mejorarse. Nunca se rindió.
Su fe perseverante me recuerda a la desesperada
mujer en Lucas 8. Cansada, después de doce años de sufrimiento constante,
decepciones y aislamiento, se acercó a JESÚS por detrás y sin perder la
esperanza… creyendo que JESÚS podía hacer lo que otros no podían; sin importar
cuán imposible pareciera su situación, tocó el borde de su manto. Luego de su
acto de fe, se sanó inmediatamente (vv. 43-44).
Tal vez experimentemos dolores
aparentemente interminables, situaciones desesperanzadoras, esperas
insoportables; momentos cuando todo parece en contra.
Quizá no nos sanemos como esperamos,
aunque sigamos confiando en CRISTO. Sea como sea, el SEÑOR nos invita a no
perder la esperanza, a creer que ÉL puede obrar, que es confiable y que está
siempre cerca. — Xochitl Dixon
OREMOS:
SEÑOR, TÚ puedes hacer lo que otros no pueden. Mi esperanza está en TÍ. En el
amor de JESUCRISTO, amén.
**Leer Lucas 8:40-48 (NVI)
40 Cuando Jesús regresó, la multitud se alegró de verlo, pues todos
estaban esperándolo. 41 En esto llegó un hombre llamado Jairo, que era
un jefe de la sinagoga. Arrojándose a los pies de Jesús, le suplicaba que fuera
a su casa, 42 porque su única hija, de unos doce años, se
estaba muriendo.
Jesús se puso en camino y las multitudes lo
apretujaban. 43 Había entre la gente una mujer que hacía doce
años que padecía de hemorragias, sin que nadie pudiera sanarla. 44 Ella se le acercó por detrás y le tocó el borde del manto, y al
instante cesó su hemorragia.
45 —¿Quién me ha tocado? —preguntó Jesús.
Como todos negaban haberlo tocado, Pedro le
dijo: —Maestro, son multitudes las que te aprietan y te oprimen.
46 —No, alguien me ha tocado —replicó Jesús—; yo sé que de mí ha salido poder.
47 La mujer, al ver que no podía pasar inadvertida, se acercó temblando
y se arrojó a sus pies. En presencia de toda la gente, contó por qué lo había
tocado y cómo había sido sanada al instante.
48 —Hija, tu fe te ha sanado —le dijo Jesús—. Vete en paz.
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